lunes, 6 de junio de 2011

kimi wo mamoru tame ni `[ cap 7 ]


Por fiiiiiiiin!

Esta vez la A.A.C.M. Se ha lucido xD un mes exacto para subir la conti xD en fin, gomenasai u.u" Pero aquí está ya n.n

Gracias por vuestros comentarios >.<
Espero que os guste, ne

Dozo~~
----------------------------------------------------------------------------------
Kimi wo Mamoru Tame ni
[Por Protegerte]

Capítulo 7


Hanaretakunai Kara
[Porque no Quiero Dejarte Ir]


Una liviana luz azulada entraba por esa ventana, dibujando con suma delicadeza cada exquisito trazo de sus facciones, e iluminando en un acuoso destello unos ojos llenos de angustia.

- Chinen...

Aquellos labios tan suaves, deseaba sentirlos en esta cercanía eternamente.

Sentí el tacto terso de su piel mientras mis manos descendían livianas por sus brazos. El trayecto finalizó al entrelazar nuestros dedos para alzar aquel nuevo agarre, posando cada mano a un lado suyo sobre la superfície de la puerta, las estreché fuertemente, sintiendo las suyas contestarme.

Mis labios hicieron contacto con su mejilla, luego dirigiéndose hacia su quijada, para después seguir descendiendo rumbo a su cuello.

Quería besar cada centímetro de su piel.

Esa leve presión en mis besos fue adquiriendo ardor, provocándole con el juego de mis labios suspiros a ese pequeño cuerpo.

- Yamada... no...

Detuve la succión que inconscientemente estaba ejerciendo.

- Lo siento.

Nuestras miradas hablaban, y la suya me había recordado el hecho nefasto de que a aquel cuerpo no podía marcarlo. Suspiró rehuyendo de mis ojos, y delineé la delgada línea de luz que dibujaba su rostro, alzándolo al llegar al mentón.

- Sonríe para mí, ¿Sí?

No pude evitar esa demanda ante aquella sombría expresión. De inmediato, casi como si le hubiese divertido la petición, aquella suave línea curva se dibujó en sus labios.

No pude evitar sonreír también.

Sus manos se cogieron al borde de mi camiseta, alzándola en el aire. Ascendí los brazos, ayudándole a deshacerse de aquella pieza de ropa que cayó en el suelo.

Esa mirada acarició cada rincón de mi torso, llevando con ella una sonrisa suave difuminada en su rostro. Las yemas de sus dedos hicieron un dulce contacto con mi piel. Observé los leves cambios de expresión mientras se paseaba por cada centímetro desnudo: Cómo se entreabrían sus labios, cómo sus ojos se agrandaban y volvía a entrecerrar los párpados, cómo sonreía con levedad... Exploraba con el tacto cada rincón de piel, minuciosamente.

- Eres tan cálido... - dijo inexpresivo, y su rostro se recostó sobre mi pecho.

Se alejó con lentitud, alzando la mirada.

- Yamada... ¿Me quieres? ¿Sólo a mí? ¿De verdad?

Su mirada era un código indescifrable, aunsente pero anhelante por una respuesta.

- Ninguna palabra es capaz de expresar mis sentimientos hacia ti.

Agachó la cabeza, con una sonrisa tímida mientras se mordía con levedad los labios.

- Entonces házme sentirlo.
- ¿Hmn?
- Haz que tus sentimientos lleguen a mí.

Sonreí.




Su cuerpo semidesnudo bajo el mío en aquel colchón parecía hecho de refinada porcelana. Adentré mis manos en aquella camisa abierta a mí, apenas rozándole con mis dedos desde los costados de su torso hasta su cintura, casi temiendo romperle. Su boca no pronunciaba nada, tan sólo me miraba con esos ojos almendrados, respirando con los labios entreabiertos. Hasta que se los mordió.

- No me mires, por favor. - rehuyó de mis ojos.
- ¿Por qué? Quiero contemplarte tanto como pueda.
- Mi cuerpo está..., me avergüenza.

Era cierto, tenía leves magulladuras a los costados, y el haber insistido en mantenerse con aquella camisa me hacía sospechar de que en su espalda aquéllo se quedaba en poco.

Acaricié su mejilla, pasando mi pulgar sobre la comisura herida de su labio.

- Eres perfecto.
- No... No digas éso.
- Para mí, no importa cómo estés Chinen, siempre lo serás, ¿No lo entiendes? Tu cuerpo ha sido hecho para que yo lo acaricie, tus labios creados para los míos, tu mirada pensada para hacerme estremecer...

Cogí su muñeca, alzándola mientras mi mano avanzaba en una caricia leve hasta su palma, recorriéndola en un suave toque con los dedos, para después entrelazarse calmadamente con su mano. Dirigí mi vista a la suya que antes también había estado observando aquel acto que había pausado mis palabras.

- ¿No sientes que encajamos con perfección?

Su mirada, sin apartarse de mí, comenzó lentamente a hundirse en húmedas gotas que cayeron rodando por sus sienes.

- Ey... - le reproché con suavidad, sonriéndole - ¿Por qué lloras?

Solté su mano para secar las lágrimas que adornaban aquel rostro.

- No sé... Todo es tan... tantísimo, demasiado.- sollozó, cómo lo haria un niño pequeño.
- ¿Lloras porque me quieres? - sonreí más abiertamente.

Asintió.

Sus labios apretados, ligeramente curvados hacia bajo, el nudillo de su dedo índice secando las lágrimas que salían de sus lagrimales, el sonido de su nariz al coger una pequeña cantidad de aire tras ótra, simplemente aquella escena... Me pareció adorable.

Acaricié con la mano su hombro, dejándola viajar sola hasta su pecho. Toqué con el pulgar aquel botón rosado, y me percaté de que la piel más cercana se erizó. Volví a hacerlo, obteniendo como respuesta que sus hombros se alzaran ligeramente. Me incliné hasta quedar frente a esa parte y escuché cómo retenía el aire en sus pulmones, aun con restos del llanto en su respiración. Hice círculos con la lengua alrededor de la zona, y percibí lo endurecido que se encontraba ya su pezón. Alargué la mano para comenzar a estimular el ótro, que no tardó en adquirir el mismo estado. Lamí con la punta de la lengua antes de abandonar ése y llevar mi boca hasta el ótro, comenzando a succionarlo.

- Ah... Yamada...

Mi nombre sonaba tan bien en aquella voz.

- ¿Se siente bien? - dije sin casi pausarme.
- Se siente... dulce, tus caricias son dulces.

" Porque yo te amo ", no pude refrenar aquella sonrisa amarga, simplemente el rostro de aquella otra persona irrumpió sin permiso en mi mente.

- Te quiero. - dije.

Nuestros labios se unieron. Su lengua, su piel, su mente y hasta su respiración... Quería que todo fuera mío, sólo mío.

- Hmn...- sonó bajo aquel beso al haber acariciado su entrepierna sobre aquella fina tela.
- Levanta las caderas...- dije entre nuestros labios.

Al hacerlo deslicé sus boxers por sus piernas, dejando al descubierto esa palpitante erección, la cogí en mi mano y tan sólo sentirla, hizo que mi entrepierna se apretara todavía más. La mano empezó a movimentarse, creando un compás que percebí que a aquel cuerpo bajo el mío le gustaba. Un gemido agudo hizo que sonriera sin apenas separarme de aquel contacto.

- Eres tan mono.

Dejé que sus gemidos salieran libremente por esa boca, separándome de ella.

Me lamí los dedos, para llevarlos, luego, hasta su entrada, e introducir uno de ellos entre su estrechez.

- Ah... - sonó otra vez, tan delicadamente sobre su boca.

Realicé pequeños círculos que aumentaron de tamaño hasta poder adentrar otro dedo. Lo hice, y su espalda se curvó ante la intrusión.

- ¿Duele?
- No..., sigue..., más adentro... - me susurró y sentí que podía venirme ahí mismo al escuchar tan erótica voz.

Mis dedos se profundizaron en su cálido interior, haciendo un movimiento de tijeras.

- Hmn... Ah...

Sus caderas se movían al ritmo con el que me adentraba en él, dejándome una imagen de desmesurada sensualidad que me provocaban dulces pinchazos.

- Yamada... - me besó.

Disfruté del primer beso cuya iniciativa había sido tomada por él, como si fuera realmente el primero.

Nuestras lenguas jugando, peleándose, acariciándose, y volviendo a jugar, no hacían más que endurecer más aquella erección bajo mis boxers.

Retiré mi ropa interior, dejando la atención que le estaba dando de lado durante unos instantes.

- ¿Dolerá?
- Te he preparado bien, no te preocupes. - ejercí presión con los míos en sus labios.

Él me sonrió, dándome vía libre.

Empecé a penetrar en su interior, sintiendo mi cuerpo arder en deseo.

Al comprobar que de verdad no era doloroso como, de seguro, para él solía ser, sus caderas se movieron y, me obligó a introducirme de una estocada empujándome con las piernas que habían rodeado mis caderas.

- Muévete, Yamada... muévete. - ordenó con aquella voz tan deleitable.

Unas profundas y lentas embestidas disfrutaban con su lujuriosa calma de aquel cuerpo, entraban y salían de su interior, como queriendo atesorar cada movimiento.

Las manos de Chinen se hundían en mi espalda, con diferentes intensidades según mis movimientos y sus reacciones.

Contorneé su rostro en una caricia, apartando por el camino los cabellos adheridos a aquel semblante por el sudor, y no pude resistirme a unos labios que me llamaban. Ese beso aumentaba de excitación y ritmo a la par que las embestidas. Nuestros gemidos ahogados entre nuestras lenguas se diluían en la oscuridad de aquel frío cuarto.

- Más rápido, más rápido... - jadeaba.

Aunque no hiciera falta, puesto que el compás se aceleraba casi solo, pues mis caderas se movían sin mi permiso.

Volví a coger su miembro en mis manos y masagearlo al ritmo que habíamos creado.

- Yamada, ¡Si haces éso me voy a venir... Ah!

Sus caderas, como si también tuviesen vida propia comenzaron a acelerarse.

- Tú llevas poniéndome al... borde del orgasmo... desde el comienzo y... Ah... no me quejo. - bromeé, y él sonrió.

El ritmo aumentó, llenándonos de una locura insaciable que se desbordaba por cada poro de nuestro cuerpo.

- Yamada... Voy a...

No pudo completar la frase: Su espalda se encorvó, de su boca salió un hilo de voz jadeante, sus dedos se clavaron con fuerza en mi espalda, sus labios fueron mordidos con furor, y su entrada se estrechó de tal manera que un estremecimiento vino a mí, y casi a la milésima de segundo siguiente una oleada de calor me hizo retorcerme y sobrepasar todo límite de lo que se tiene concebido como placer, más allá de toda palabra, como una pequeña y deliciosa muerte.

La sensación abandonó mi interior, pero mi cuerpo, al igual que el de Chinen, todavía experimentaba los efectos calmantes de aquella agotadora sensación.

Alcé un poco más el rostro hasta poder mirarle a los ojos, y, casi inconscientemente, volví a besarle. Nunca me cansaría de sus besos, tan dulces y delicados, eran como él.

- No quiero salir de ti, estás tan calentito. - hice un puchero cómico.

Una risa divertida salió de su boca.

- Si nos quedaramos así eternamemte sería un problema, ¿No crees?

Volví a hacer el gesto anterior, terminándolo con una risa antes de dejarme caer por fin en el colchón.

Me tumbé a su lado derecho, de costado. Él, tumbado boca arriba dejó desacansar sus piernas sobre las mías flexionadas y posó su cuello en mi brazo que le acercaba a mí desde los hombros.

- Yamada... ¿Así que... ésta es la diferencia entre hacer el amor y tener sexo?

Sonreí, y asentí.




Llegué a la habitación de Chinen con él cargando en brazos. No hubo manera de despertarle, ¿Realmente estaba tan agotado? Sea como fuere, tan sólo le dejé durmiendo plácidamente en su cama.

-¡Shin-chan, ¿Dónde estás?! - me dirigí hacia el comedor, de donde procedía esa voz.
- ¿Qué pasa, Ryutaro?
- ¡No está! ¡Llevamos buscándole dos horas y no está! - dijo desesperado, sin apenas poder controlar los altibajos que hacía su voz.

Jamás lo había visto así.

- Tranquilízate, le encontraremos.
- ¡¿Y si le ha pasado algo, Yamada?! ¡Él no hace estas cosas! Es culpa mía, ¡Nos peleamos y él se fue! Dios... ¡Si le llega a ocurrir algo no sé qué hare, no lo sé!
- No pierdas los estribos, Ryutaro, no puede estar muy lejos, ¿Vale? Tranquilo, yo también te ayudaré a buscarle.

Escuché cómo la insistente voz de Ryutaro, repitiendo el nombre de su hermano, se perdía al avanzar pasillo adentro.

Entré en cada habitación, mirando en cada rincón y en cada parte de aquel centro, pero no había ni siquiera indicios de él. Empezaba a preocuparme de verdad.

-¿Ya le han encontrado? - preguntó uno de los tantos que también estaban ayudando a buscarle.

Negué con la cabeza, apenado.

Pasé por una de las habitaciones en las que antes había estado, notando algo extraño, más bien, un pie extraño sobresaliendo de debajo de un escritorio. Entrecerré los ojos, intentando divisar mejor, pero sí; era un pie. Me acerqué con sigilo y de una sóla vez me agaché. Bajo aquella mesa vi unos ojos estupefactos y alarmados, mientras se rodeaba con los brazos las rodillas donde apoyaba su barbilla.

- ¿Sabes? tu hermano está muy preocupado.

Su mirada se transformó en una súplica, un ruego por mi silencio. Apreté los labios y suspiré, decidiendo darle un margen de tiempo. Gateé hasta quedar al lado de su figura apoyada en la pared bajo aquel cercano techo de madera.

- ¿Por qué estás aquí?
- Porque este sitio es genial para esconderse, ¿No crees? - evadió mi pregunta, intentando sonreír sobre aquella expresión desgastada.

Sonreí.

- ¿No me dirás la razón por la que te estás escondiendo de Ryutaro?

Shintaro suspiró, rindiéndose.

- Porque me da vergüenza mirarle.

Abrí la boca, pero encontré más adecuado engullir aquel "por qué" que surgió en mis adentros.

- Yamada-kun, ¿Tú sabes por qué las personas son malvadas?

Una pausa nos envolvió durante escasos segundos.

- Papá me decía "la gente no nace buena ni mala, pero tú ni siquiera naciste gente." Lo recuerdo como si todavía le tuviese en frente, con aquel fuerte aliento a alcochol. - Shintaro trató de sonreír, pero aquella sonrisa se volvió una mueca de llanto, tragó saliva, apretando con fuerza los ojos hasta lograr controlarse. - ¿Sabes, Yamada-kun? Mi madre murió al darme a luz. Por este hecho papá empezó a beber, y a desvincularse de su trabajo, hasta tal punto que nos empezó a faltar comida y hasta la atención que necesitábamos al ser todavía pequeños.

- Shint...

- Él me odiaba. - me interrumpió. - Me lo decía siempre que podía " Sin ti hubiéramos estado mejor", "Monstruo asesino", todavía siento las manos de Nii-chan tapándome los oídos para que no escuchase, sin embargo éso apenas impedía que esas frases llegasen a mí. - se colcó ambas manos en los oídos, cerrando los ojos para transportarse a ese entonces, y de esa misma manera siguió narrando -: Y entonces ocurrió: Una noche cómo ótras, llegó ebrio a casa, " no te preocupes, yo estoy aquí, ¿Vale, Shin-chan?" ¿Por qué aun recuerdo perfectamente lo que me decía Nii-chan mientras, tumbados en la cama, le abrazaba temeroso? - tragó saliva con fuerza, retirando sus manos y abriendo los ojos mientras volvía a rodearse las piernas flexionadas contra él. - Papá entró en nuestro cuarto, me arrancó de sus brazos entre forcejeos y gritos, " Mataste a mi preciosa y dulce Aiko, la mataste" Sí, fueron justo esas palabras las que vociferaba por su boca mientras me arrastraba del brazo. Tosí al clavarme en la pared con aquella fuerza que a mi cuerpo de siete años le causó un dolor terrible, y tan sólo cerré los ojos, esperando el golpe que su puño alzado en el aire me había preparado, pero en cambio, Yamada-kun, sentí una calidez interponerse en su camino. - suspiró, y cerró de nuevo los ojos. - " No permitiré que vuelvas a hacerle daño" Éso dijo. Yamada-kun, ¿Me creerías si te digo que en ese entonces, aunque realmente no me diese cuenta, ya estaba enamorado de Nii-chan? Probablemente no. Mi cuerpo se tensó al instante al ver lo que llevaba en sus manos, Nii-chan había cogido una de las armas del cajón de papá, de antes de que le echasen del cuerpo de policías, y la apuntaba, con manos temblorosas hacia él. Puesto que papá adoraba a Nii-chan, le había enseñado cómo utilizarla, era... ¿Cómo diría? Su hobby. Los recuerdos que tengo de ello, a diferencia de otras cosas, se me hacen difusos... Mi memoria me lo bloquea. - sus ojos ya abiertos empezaron a humedecerse - Sólo recuerdo un paso, y luego un ruido seco y conciso, y mis manos agarrando con una fuerza enorme la tela de la camisa del pijama de Nii-chan, y un caos en mi interior, y al segundo siguiente un gran "boom" cayendo al suelo, y sangre... sangre.. rojo por todas partes y un abrazo intentando evitar que mirase, y lágrimas, sonido de llanto, y frases de consuelo, y mi cuerpo incapaz de hacer un sólo movimiento aun sintiendo aquel temblor interno....

- Shintaro... - le zarandeé al ver cómo sus ojos no pestañeaban, a pesar de caer lágrimas gruesas por ellos.

Se volteó con una sonrisa contradictoria a sus lágrimas, mirándome.

- ¿Crees que soy un monstruo? Mamá.. Murió por mi culpa... Papá también, y Nii-chan, ¡Yo le he destrozado todo lo que tenía! Si no fuera por mí ahora mismo tendría unos padres dulces y cariñosos, no tendría que haberse visto empujado a cometer algo tan horrible, se habría enamorado de una chica preciosa y todo le sería más fácil... Yo, yo sólo le traigo problemas, no quiero preocuparle más...

Shintaro se secaba las lágrimas con las mangas de su camisa.

Pasé mi brazo al rededor de sus hombros y le atraje a mí. Simplemente sentí que necesitaba un abrazo.

- No eres un monstruo, tú no escogiste que éso pasara, ¿Verdad? simplemente ocurrió, las cosas ocurren a nuestro alrededor, nosotros no podemos controlar las circunstancias que nos rodean, tan sólo vivirlas, y siendo así, ¿No crees que esconderse bajo un escritorio es una forma horrible de enfrentarse a ellas?

Un leve y meditativo silencio. Sonreí.

- Tu hermano te quiere muchísimo, y está ahí fuera buscándote como un loco, - no pude evitar dejar escapar una risita. - deberías verle.

El pequeño rió y aspirando con su congestonada nariz el aire entrecortadamente, se secó las lágrimas.

Salimos de la habitación y grité el nombre de su hermano, quien no tardó en acudir desde una de las habitaciones.

- ¡Shin-chan!

Esa voz dijo una vez más aquel nombre, ahora con un tono sorprendido y algo aliviado, mientras avanzaba a pasos veloces hacia nosotros.

- Nii... ¡Hmn!

Aquellos labios no le dejaron pronunciar palabra alguna, el pequeño cuerpo de Shintaro fue tomado por unos brazos que le rodeaban la cinturar ferozmente, mientras un beso lleno de ansias le devoraba con desesperación, como si hubiesen estado separados por años.

- ¡Nii.. Hmn! - pronunció dificultosamente al divisar cómo los que antes habían estado buscándole llegaban gradualmente hasta aquella escena. - ¡Nos estan mirando, Nii-chan!

Por fin consiguió separarse.

- Me da igual... No me importa quien nos mire...

Ryutaro acarició ese semblante que se alzaba para poder alcanzar la elevada estatura en la que aquellos ojos le miraban, derramando toda la desesperación que habían estado sosteniendo, mostrándose realmente aliviados.

- Shin-chan..., no te separes..., de mí nunca más..., ¿Vale? - le decía, mientras que a cada pequeña pausa sus labios se presionaban gentilmente contra los del pequeño, quien asintió, mirando anonadado las lágrimas de su hermano, sin pronunciar palabra alguna. - ¿Sigues enfadado por lo de esta tarde?

Shintaro negó.

- Nii-chan... - dijo delineando con sus pulgares sus húmedos ojos, secándoselos. - Lo siento.
- Wo... Creo que es la primera vez que veo a Ryutaro llorar. - comentó sorprendido Fuma en tono bajo, sin separar la vista de aquella escena que, unos pasos alejados de ellos, había logrado sonrojar a los presentes.
- Yo también. - sonrió Kento, a la par que volteaba a Fuma de los hombros para empujarle hacia la salida. - Vámonos, chicos... - le dijo al resto, incluyéndome.



El día iluminó con su desbordante luz la habitación. Era hora de despertarse.

Me levanté entusiasmado, deseando ver aquel rostro frente a mí. Me aseé y vestí lo más rápido que pude y al acabar fui a su busca.

- ¿De verdad?

Escuché la voz e Chinen dentro de la habitación antes de enterar, ¿Con quién hablaba?

- De verdad, ¡Si no fuera por ti no hubiese escapado! Gracias...

Vi por aquella estrecha abertura cómo Shintaro le abrazaba.

- Pero prométemelo, ¿Vale?
- Te lo prometo, tu hermano no sabrá nada de lo que pasó.
- ¿Qué significa ésto?

Esa última voz ajena a la escena resonó tras mi espalda. Di un respingo. Ryutaro, con gran determinación avanzó y abrió la puerta.

- ¿Qué es lo que no puedo saber? - dijo nada más entrar.

Los rostros de los chicos se petrificaron.

- Shintaro, te estoy haciendo una pregunta.
- ¡Na... Nada! No es nada, Nii-chan. - rió con nerviosismo.

Un intercambio de miradas resonó en aquel silencio: Shintaro dirigía su vista a Ryutaro, quien miró a Chinen, y éste posó sus ojos sobre mí.

- ¿Me lo explicas tú, Chinen? - dijo en tono severo.

Ryutaro... De verdad daba miedo.

El suspiro de Chinen sonó profundo y rendido.

- Ryutaro yo...
- ¡No! - le interrumpió suplicante Shintaro.
- Pero Shintaro... - habló de nuevo Chinen.
- ¡Me lo has prometido! Me has dicho que no se lo contarías! - dijo con los ojos enlagrimados.

Chinen me miro, y luego rehuyó la mirada.

- Yo...

Shintaro se puso las manos en los oídos, mientras pronunciaba un insistente "lalala" que de seguro no le dejó escuchar lo que Chinen estaba explicándonos. Mis ojos se abrieron más exageradamente a cada palabra dicha, no podía creer, o mejor dicho, no quería creer aquello lo que Chinen decía haber ocurrido.

Shintaro resbaló sus manos, pesadamente al ver que el silencio había tomado cuenta del cuarto. Miró a todos los rostros, mostrando su desesperación ante aquella situación.

- ¡Mentiroso! ¡Eres un mentiroso! - rompió con ese chillido la agobiante calma que nos había envuelto.

Ryutaro tuvo que sujetarle, impidiendo que moviera los brazos.

- Shhh tranquilo... No pasa nada...- le decía en el oído mientras el pequeño forcejeaba. - Shin-chan.... Ya está, ¿Vale?

Pareció quedarse sin fuezas, pues sus movimientos fueron perdiendo intensidad hasta detenerse.

- Niii-chan, ¿Todavía me quieres? - pronunció en un tono leve, cabizbajo.

Ryutaro sonrió amablemente, estrechando desde atrás con más fuerza su cuerpo.

- ¿Por qué se te ha pasado por la cabeza lo contrario? - besó sus cabellos. - Ahora vé fuera con Chinen, necesito hablar a solas con Yamada.

Chinen caminó hasta Ryutaro, pasando a mi lado, irrumpiendo con sus preocupados ojos mi mente. Nada más salir de la habitación Ryutaro se volteó, miré atónito cómo caminaba hasta la pared más cercana, y mis ojos se cerraron en una mueca de dolor cuando el costado de su puño se clavó contra ésta fuertemente, resonando dentro de aquella pared.

- Ryut...
- Yamada, ¿De verdad deseas proteger a Chinen? - me interrumpió, volviéndose hacia mí.

Asentí, algo confundido.

- Pues bien, yo te dire cómo hacerlo. Pero te advierto que no son los puños lo que te ayudará a acabar con ese monstruo.
- ¿Qué quieres decir?



Mi cuerpo caminaba con desgana por los pasillos del centro. Todo pensamiento dentro de mi cabeza estaba relacionado con lo hablado con Ryutaro esa mañana, mis pasos me adentraron en la habitación de Chinen inconscientemente, creando una leve ola de murmullos en la oscuridad al entrar. Me senté sobre el colchón en el que ya estaba tumbado de costado y mis dedos se hundieron en su cabello azabache, acariciándolo levemente.

- Mañana, ¿Me acompañarás a un lugar? Quiero enseñártelo.
- ¿Un lugar? - sonó su adormilada voz.
- Hum. - asentí.
- Vale.

No me apetecía irme, sin embargo, después de unos instantes, junté la suficiente voluntad para levantarme.

- Yamada. - pronunció con rapidez antes que lo lograra del todo, como si hubiera estado reuniendo fuerza.
- ¿No estás... enfadado? - dijo lenta y procupadamente.
- ¿Por qué debería estarlo?

Sabía perfectamente que se refería a lo de Shintaro, sin embargo quería que supiera que ni yo ni nadie consideraría aquello su culpa, realmente, el sólo fue, una vez más, una víctima.

- N... Nada.

Sonreí para mí.

- Te quiero.
- Yo también. - me respondió.




- ¿Te preocupa que nos pillen? - reí ante su incertidumbre.
- No es eso...

Le hice un gesto interrogante, ladeando burlonamente la sonrisa.

- Es que... Nunca he salido fuera de estas paredes.
- Pero yo estaré contigo, ¿Verdad? - apreté su mano.

Miré de nuevo hacia atrás, asegurándome de que en aquel pasidizo no había nadie y, poniendo un pie sobre la manilla de la puerta trasera, cogí impulso, hasta apoyar las manos en el borde del muro que nos separaba de la calle. Ya estaba, tan sólo un pequeño esfuerzo más y...

- ¡Ya! - dije al conseguir quedar sentado sobre éste. - ahora tú.

Le ofrecí la mano, la cual agarró, imitando mis anteriores movimientos hasta llegar a donde estaba.

Salté al otro lado, y recordé cómo era sentirme libre cuando mis pies chocaron en la acera, una sensación que se había empequeñecido en mi interior.

- Venga, vamos. - estiré mis brazos para ayudarle.
- ¡Puedo solo, Yamada! - me riñó riéndose ante esa exagerada sobreprotección.

Dió un salto, haciendo un movimiento extraño que le desequilibró. Cogí rápidamente su cuerpo antes de que se cayera por aterrizar mal en el suelo.

- ¿Estás bien? - dije preocupado.
- Sí. - dejó salir una risa divertida.
- Con que podías solo, ¿Eh? - comencé a reír también.

Tras soltar unas cuantas carcajadas más, dije:

- Vamos, sino no llegaremos.

Le cogí de la mano y comencé a caminar, observé cómo miraba a nuestro alrededor, comiéndose con los ojos todo lo que veía.

- ¿De verdad nunca has salido del horfanato? - hice que sus ojos viniesen a mí.
- En realidad cuando era pequeño hacíamos excursiones. Claro que éso fue antes de que vendieran el centro al dueño actual, casi ni me acuerdo de ello.
- ¿Has vivido toda tu vida en el centro? - me sorprendí.

Asintió lentamente.

- Entonces, ¿Por qué tienes apellido?

Escuché una risita, cómo si lo considerara una pregunta estúpida.

- "Soy Chinen Yuri", éso era lo único que decía la nota con la que me dejaron en una cesta frente al horfanato.
- Entiendo. - respondí, pensativo.

Bajamos a los subterráneos para esperar el metro.

- Yamada, ¿Vamos a ir en metro? ¿No necesitaríamos dinero para éso? - preguntó mientras aguardábamos.
- No, tú sólo espera. - dije intentando ver el final de las vías desde aquella apartada distancia.

Miré al guardia, que ya estaba poniéndonos demasiada atención, y, educadamente, le sonreí mientras inclinaba ligeramente la cabeza.

Por fin escuché las vías retumbar, y ese sonido que caracterizaba tan bien al metro. Se paró, y sus puertas se abrieron, dejando salir a un par de personas. Estaba vacío, como esperaba, pues no era hora punta y todo el mundo estaba en el trabajo. Sólo quedaba esperar, Tres, dos, uno...

- ¡Ahora, corre!

Cogí la mano de Chinen rápidamente y salté la barra de entrada com extrema ligereza. Miré hacia atrás y me desesperé, ¡No la conseguiría saltar si seguía así!

- ¡Eh, vosotros! - gritó.

El guardia ya se había percatado.

- ¡Eres pequeñito, pasa por debajo!

Ante la desesperación me obedeció, y, segundos antes de que la puerta se cerrara, entramos dentro de aquel metro.

Le hice una mueca burlona al guardia tras el cristal de la puerta, mientras empezábamos a movernos. Miré a Chinen y estallamos en la risa, una de ésas profundas y que llega a dolerte el estómago, tanto que pides ayuda para parar de reír.

- ¿Le viste la cara? ¡Qué estúpido! - sentado en el suelo del vagón, miraba a Chinen, acomodado en uno de los asientos, mientras seguíamos carcajeándonos.
- ¡Ni siquiera le dio tiempo pestañear!

Entre quejidos por la falta de aire volvimos a la normalidad, intentando retomar el oxígeno carente. Me senté a su lado.

- Por cierto, ¡¿Cómo es éso de que soy pequeñito, eh?! - me miró molesto.
- No te pongas gruñón, eres mi pequeñito.

Le acerqué del cuello a mí, besándole la frente.





- Parece el mar... - dijo con un tono vaporoso en su voz.

La extensidad de aquel cielo interminable, inmenso, se abría ante nuestros ojos, como si estuviéramos flotando en su intenso azul.

- ¿Verdad que sí? - coincidí.

Un avión rasgaba la perfección de aquel mar, dejando un rastro blanquecino a su pasar, realmente, mirado desde nuestra pesrpectiva, parecía un barco.

Tumbados a orillas de aquel río, ambos nos perdíamos entre la paz inmaculada de aquel lugar, el sonido de los pájaros, la brisa fresca y pura, la hierva bajo nuestros cuerpos, impregnando cada centímetro con ese olor tan suyo.

- ¿Sabes? Reiko me traía aquí cuando era pequeño.

Cerré los ojos, y todos los elementos citados anteriormente me llevaron hasta su imagen. " Ryo-chan, te prometo que tendremos una vida mejor " Lo más irónico de sus promesas, siempre fue que ella realmente pensaba que podía cumplirlas.

- Debe ser agradable tener una madre... - su comentario me sacó de mis pensamientos.

Le miré.

- ¿Cómo es ella, Yamada?

Reí.

- Me gustaría decirte que fue una buena madre, pero alguna razón ha de haber para que haya ido a parar donde me encuentro ahora.

Me volqué, tumbándome boca abajo.

- ¿Y tu padre? nunca me has hablado de él.

Volví a soltar una risita disimulada, mientras palpaba con las yemas de los dedos las hierbas que tenía en frente.

- Fui el fruto de uno de los clientes de mi madre, supongo que entenderás a lo que me refiero. El preservativo falló. - comencé a podar las hierbas, casi inconscientemente.
- Hum... - asintió, tímidamente.

No le culpaba, un tema así era complicado de hablar.

- Aunque, ¿Sabes? Echo de menos a esa cabeza hueca, no hacía nada bien... Pero la quería mucho, - sonreí, nostálgicamente. - Me pregunto cómo se las arreglará sin mí, quién le cocinará, quien l...

Mis ojos empezaron a teñirse de un acuoso color, y no pude continuar hablando, tragué saliva y aquel molesto bulto en mi garganta dolió.

Entonces sentí una mano apretando con fuerza la mía, mi rostro se alzó. Chinen me miraba, preocupado. Sonreí, y la apreté con fuerza. Las ganas de llorar, entonces, desaparecieron.

- Si quieres llorar debrías hacerlo.
- Ahora ya no puedo, y es tu culpa.

Nos sonreímos.

Empecé a jugar con nuestros dedos, a entrelazarlos, a acariciar la palma de su mano, el torso, a contornear cada dedo, a...

- No te sonrojes.

Me hizo gracia que este simple hecho le hubiera teñido las mejillas con aquel color que le sentaba tan bien.

- No puedo resistirme cuando lo haces.

Estiré de esa mano, y como reacción su cuerpo vino a mí. Sus labios, carnosos, dulces, perfectos, fueron acariciados por los míos, sentía cómo los suspiros salían por las brechas de nuestras bocas, adentré mi lengua y la rocé con la suya, él respondió y empezamos aquel baile entre esas partes que tantos revoltijos en el estómago nos provocaba. Pasé una pierna al otro lado suyo y me situé sobre su cuerpo, saboreando aquellos labios que en este momento, aquí, lejos de Takaki, sentía tan míos.

No quería separarme jamás de él, y para éso, yo, Yamada Ryosuke, lo haría, aunque fuera arriesgado... Haría lo imposible volverse real, porque le amaba, porque le protegería más allá de cualquier impedimiento.

------------------------------------------------------------------------------------------------





Este capítulo no me ha gustado xD pero bueno, da igual.
Si hay alguna horrorgrafía perdonádme, luego las corregiré -cuando no tenga que pestañear un par de veces para tener los ojos abiertos. En fin, todo sea por el bien del yaoi xD-



Comentad, y Mika dará un saltito de alegría xD

Ja nee~~~

lunes, 9 de mayo de 2011

omedetou!!! yama~chan

Holaa!!!! Aquí ichigo…
Como están chicas?
Yop bien aquí en mi quito mes de embarazo
Waaa solo faltan 4 meses y ya tendré a mi bodoke en mis brazos.
** se emociona toda**
Pues como notaran andaba ausente pero
Esto de ser oka-san no me da tiempo de mucho jajajajaj
Bueno hoy como bien, sabrán no podia faltar a poner algo
En honor del cumple numero 18 de mi koso neeee?
Ahora bien solo hice este videito espero les guste
Por hoy es todo cuídense y festejen a gordo abrazándolo y viólenlo hahah OK no

amame [ cap 8 ]



El olor a tierra mojada entra desde fuera, ese peculiar aroma inunda mis pulmones y es como una renovación interna, este ambiente húmedo es el que mas gusta y puedo disfrutar por horas mirar por la ventana.






Hubiera querido permanecer más tiempo a tu lado, sentir ese calor que irradia tu cuerpo, esa piel suave y dulce, pero la mañana había llegado y con ella tu debiste partir. Aun puedo recordar cada caricia tuya sobre mi cuerpo cada roce de labios y quisiera saber que fue lo que cambio en ti.






Me siento sobre la cama y alargando mi mano tomo una almohada abrazándola contra mi cuerpo imaginado que eres tú, Me recuesto nuevamente y comienzo a rodarme por toda la cama, estoy feliz, ni en mis mas locos sueños me hubiera imaginado esta noche, fue muy especial, bueno para mi lo fue no se si lo fue para ti, pero quiero pensar que si.






Me levanto con pesadez pues ya es tarde y los golpes insistentes de las mucamas ya son más de enojo que de otra cosa. Camino por la habitación reconociéndola pues ahora que lo pienso es la primera vez que estoy por tanto tiempo dentro. Por lo general nada mas entraba unos minutos y luego salía sin siquiera dar un vistazo. Y pues ahora es mi oportunidad de conocer tus secretos.






La recamara esta bien ordenada, todo esta donde debe ir, una parte es por las mucamas que asean todos los días y otra es que eres muy ordenado. Deslizo mis dedos por encima del tocar y me detengo admirando los frascos de fragancias que hay, adoro las esencias que usas porque tienen un toque delicado y seductor y eso me encanta. Desvió mis pasos y llego a la mesita de noche y por curiosidad abro uno de los cajones ¿que busco? No lo se, solo es… que quiero saber mas de ti pues aunque parezca increíble aun estando contigo durante ya casi dos años aun eres un misterio para mi.






No hay gran cosa, solo hay documentos, algo de dinero entre otras. Sigo escudriñando hasta el fondo del cajón y descubro un sobre viejo y gastado, lo arrastro hasta quedar mas visible y me lo quedo contemplando un momento, la curiosidad es mi lamentable debilidad, miro en todas direcciones para ver si nadie me ve y cogiendo aquel pedazo de papel como si de una bomba se tratase lo abro delicadamente. Lo que encuentro es un poco vergonzoso, son fotos de los dos en situaciones muy comprometedoras por así decirlo, no se cuando, ni porque, pero de lo si estoy seguro es de donde estábamos cuando fueron tomadas esas indiscretas fotos. Por lo maltratadas que se encuentran puedo deducir que las has observado por largo y tendido tiempo y siento una mezcla entre vergüenza y alegría pues al estar en ese estado quiere decir que las has mirado muchas veces.






Los golpes de las mucamas sobre la puerta hacen que brinque del susto, así que de inmediato vuelvo a meter las fotos dentro del sobre y por consiguiente dentro del cajón, ya tendría alguna oportunidad de hablar contigo respecto a esas fotos. Pero por ahora lo primordial es salir de ahí antes de que sea asesinado por ellas.






Abro la puerta y los ojos amenazadores de las chicas hacen que se me erice la piel, camino pegado a la pared alejándome de ellas, mientras me siguen con la mirada llego a mi habitación y ahora que la observo con más detenimiento puedo notar que has cambiado no solo el colchón si no toda la cama. Me quedo contemplando mi nueva adquisición hasta que recuerdo a sho, debe de estar preocupado por mi, además de que le debo una disculpa por haber provocado la riña. Y sobre todo por el hecho de que fue agredido por ti. Me baño, me cambio y salgo decidido a disculparme apropiadamente. Estoy a punto de llegar al enrejado cuando de dentro va saliendo un lujoso vehículo que se detiene justo enfrente de mí. Me quedo parado contemplando mi reflejo en ese bien pulido auto y de pronto la ventanilla comienza a bajar.






- ¡Sho!- exclamo sorprendido sonriéndote ampliamente, siempre me provocas esa sensación de calidez. Al verme de de inmediato te bajas y no dándome tiempo a nada me abrazas con mucha fuerza, como si estuvieras muy contento por verme.


- Me alegro que estés bien- me dices sonriendo, aun abrazándome eso me incomoda un poco.



- Disculpa por preocuparte, no quise causarte problemas, es solo que…-



- Dejemos el pasado atrás, lo importante es que estas bien-



- Si, gracias por preocuparte.



- Debemos irnos- exclama el hombre que va dentro contigo.



- Quieres acompañarnos, es solo una pequeña junta pero si vas tendré una escusa para poder librarme de ellos más rápido-






Sonrió ante tu comentario y de buena gana acepto. Quiero despejarme un rato de ese enclaustramiento.






Subimos al automóvil y el tipo que va dentro no hace más que mirarme insistentemente y eso me incomoda un poco.






Llegamos a aquel lugar y me pides que espere en la estancia. Te adentras con un mar de gente a una amplia sala y te encierras por un largo tiempo, mientras estas ocupado me distraigo paseando por el edifico, el tiempo se me hace muy rápido pues ya ha pasado casi hora y media y para mi parecen solo minutos, la gente que anteriormente había entrado a la junta ahora salen mostrando caras de satisfacción.






- Ahora si vámonos- me dices tomándome por el brazo.



- ¿Y? ¿a donde vamos?-






- Quiero llevarte a un restaurante –






- ¡Oh!, pero no tengo hambre- te miento pues me da pena que te tomes ese tipo de molestia, pero mi estomago no opina lo mismo y comienza a gritar por comida.






- ¿Decías?- sonríes con ese peculiar gesto.






Me sonrojo como un tomate y no puedo seguir mintiendo pues he sido traicionada por mi propio estomago.



El día a sido de lo mas agradable, la comida exquisita y la compañía a un mejor, hemos platicado de infinidad de cosas y me siento muy tranquilo, sin preocupaciones.



- A donde mas quieres ir- me dices después de haber pagado la cuenta.






- Mmm no lo se, a algún lugar tranquilo, solitario- me miras con una interrogación en el rostro, y ante aquello me suben los colores al rostro.






- No quise decir….. no pensé en eso-






Tu sonora carcajada hace que el corazón me salte del susto…






- No te preocupes sabia que no te referías a eso, puesto que ya tienes dueño-






- ¿dueño?- arqueo mis cejas ante el comentario






- Si, inoo o me equivoco- me dices recargándote en el respaldo.






- El no es mi dueño-






- ¿A no?- preguntas incorporándote






- No, él es la persona que amo- regresas a tu posición y afianzas el vaso de té que tienes en frente.






- ¿Y?, el te ama o tan siquiera te quiere- me sorprendo por la pregunta.






- Ehh…. Claro … que si, no entiendo a que viene tu pregunta- respondo un poco enojado






- Lo dudaste, no estas seguro – Desvío la mirada intentando refugiarme en alguna otra cosa menos en ti-






- No quise incomodarte, es solo que…. No nada olvídalo-






Salimos de aquel lugar sin decir ninguna palabra, el ambiente poco a poco se volvió tenso y no sabia como iniciar otra conversación.






- ¿Daiki?- al escuchar mi nombre me giro para ver quien es el que me habla, no sabría decir que fue lo que sentí al verte después de tanto tiempo, eres igual a como te cuerdo.






- ¡Hola!- es lo único que atino a decir






- ¿Como has estado?-






- Bien- mis respuestas son cortas






- Por fin dejaste a inoo- dices mirando hacia sho y luego hacia mi






- Como si te interesara- hay un cierto tono de odio en mi voz.






- Pues me alegro que lo dejaras, no era lo mejor para ti-






- ¿Y tu que puedes saber?, no lo conoces-






- Porque lo conozco se de lo que te hablo-






- Pues estas muy equivocado, ni el es mi pareja, ni eh dejado a inoo, que creo que vale mas como persona que tu-






- De verdad lo crees, bueno han de ser iguales por eso sigues con el, por eso me cambiaste-






- Bueno y a ti que, a que bien esta actitud si fuiste tu el que me dejo- tus ojos se abrieron mas de lo normal como si no pudieres creer lo que estaba diciendo.






- ¿¡¡Que yo te deje!!?,¡estas escuchando lo que dices!-






- Se lo que estoy diciendo, y me dolió mucho cuando te fuiste sin decir nada-






Sho solo nos miraba de uno a otro, intentando entender lo que estaba pasando en esos momentos, pero no tenia tiempo de explicarle debía de arreglar las cosas con él de una vez por todas pues necesitaba decirle unas cuantas verdades.






- De verdad que eres hipócrita. Para que te iba a decir algo, cuando fuiste tú quien me traiciono, que había que decir-






Me quede helado al escuchar eso.






****************************************************************************.






Recuerdo muy bien ese único día en que fui infiel, fue un momento de debilidad del cual hasta este momento no me arrepiento.






Por fin des pues de mucho esperar y batallar había logrado que el se fijara en mi y mucho mas agradable fue cuando me acepto como su pareja, estaba eufórico y alegre que no dude en regresar a casa a gritarte mi felicidad.






- Inoo – grite abalanzando sobre de ti, me recibiste con una sonrisa cálida en el rostro-






- Ya somos novios-volví a gritar pero tu expresión de inmediato se volvió sombría.- no estas contento por mi-






- Claro que si- fingiste una sonrisa y poco después te alejaste sin decir nada más, pero no te tome importancia.



Los días habían transcurrido rápido, estaba verdaderamente enamorado y prueba de ello era que no había permitido que me volvieras a tocar desde ese día, podía notar tu disgusto pero no me importaba pues era mi felicidad lo primordial y tú pasabas a segundo plano aunque por dentro mi cuerpo dijera otra cosa.



Recuerdo muy bien tu rostro inexpresivo el día en que te dije que me iría de tu casa, pues él me había propuesto vivir juntos y yo había aceptado.



Esa noche habías entrado a mi habitación furtivamente para hacerme el amor, pero estaba renuente, no podía arriesgar mi relación solo por la calentura.






- Una vez mas – me pediste casi en una suplica, pero estaba entre lo que dictaba mi corazón y lo que pedía mi cuerpo, no sabia que hacer, así que lentamente comenzaste a acercarte a mí seductoramente con esos ojos que parecían hipnotizarme.






Me recostaste sobre la cama dándome apasionados besos bajo el mentón. Quería resistirme a ti pero esas caricias me estaban volviendo loco, hasta que recordé su rostro que fue que lo dije sin pensar-






- Me ha pedido vivir juntos –dije de repente deteniendo tu mano que se había encaminado sobre la tela del pantalón.






Tu rostro se había tensado y ninguna expresión se vislumbraba en el.






- Eh aceptado su propuesta y el sábado me iré con el- te dije apartándote a un lado para levantarme.






- Es definitivo- hablaste aun sin ninguna expresión-






- Si- te conteste tajantemente- perdona todas las molestias que te cause-






Solo negaste con la cabeza- te deseó lo mejor –y saliste de mi habitación






Me sentí realmente culpable, me habías brindado tu casa y me iría a si sin más. Pero que se puede hacer si el amor es así.






Al siguiente día ya había avanzado con el arreglo de mis pertenencias, sentía un poco de nostalgia pues llevaba viviendo en tu casa ya casi seis meses, seis maravillosos meses y de verdad te extrañaría.






Mis pensamientos habían sido interrumpidos por los toquidos de una de las sirvientas, abrí la puerta y me dijo que me esperabas en tu habitación, la curiosidad me gano así que de inmediato fui.






- Inoo-kun, puedo pasar - fue lo primero que dije al llamar a la puerta.






- Pasa- gritaste desde dentro y yo muy obediente entre de inmediato, la habitación estaba con una iluminación tenue lo que incitaba a algo romántico, al darme cuenta retrocedí unos pasos pero tus manos me abrazaron por la espalda impidiéndome salir de ahí.






- Una última noche, una noche más- me dijiste con tono suplicante, mezclado con sensualidad y mi piel desde la nuca hasta el dedo más chiquito se erizo al sentir tu respiración sobre mi nuca.






- No puedo – dije con la voz entrecortada al sentir tu lengua lamer mi lóbulo derecho.






- No puedo hacerlo- te repetí.






- Pero tu cuerpo dice otra cosa- deslizaste tus manos por encima de la ropa hasta llegar a mi rostro y ahí ingresaste un dedo en mi boca.






Tenias razón mi cuerpo pedía a gritos que lo tomaras, sentía temblar las piernas de la emoción de tenerte tan cerca, gotas de sudor frio se dibujaron en mi pecho y frente, mi respiración se volvió irregular y gemí tu nombre al sentir tu piel sobre la mía.






Pudo mas mi deseó que mi amor pues girándome para tenerte enfrente me apodere de esos labios rosas como la flor del cerezo, chupándolos y mordiéndolos hasta saciar mi sed de ese néctar que me hacia falta desde ya hace varios días.






Correspondiste de igual manera a mi frenesí de besos, estabas tan ansioso como yo de este encuentro.






Al mirarte bien me di cuenta de que estabas completamente desnudo y eso me hizo enfadar un poco pues sabias de antemano que caerían en tus redes, pero todo pensamiento desapareció cuando tu mano se deslizo por mi espalda hasta perderse dentro del pantalón.






.






***********************************************************************.






Ese día fue la primera y la ultima que engañe a alguien.






El recuerdo vino a mí a mente tan rápido, que en un par de pestañeos ya había recordado todo y el enojo y la rabia volvieron a crecer.






- Pues si lo hice y me alegro de haberlo hecho, que me podría esperar de ti. No me diste la oportunidad de explicarte.






- ¡que mas podías explicar si las fotos eran contundentes!- de nueva cuenta me quede sin habla






- ¿fotos?, cuales fotos? –






- Las que me envió tu novio, ahí no era necesario que me explicaras algo, pues mostrabas cuanto me querías-






Me quede en shock, al recordar las fotos que había visto en la mañana y otro sentimiento que no sabría como describir estaba latiendo en mi interior.






- ¿Como eran las fotos?- tal vez la pregunta sonara absurda hasta morbosa, pero necesitaba saber si lo que mi mente estaba pensando era cierto y, la única forma era que me dijeras esos detalles-






- Eres un depravado, que es lo que quieres saber, quieres que te diga las posiciones o los gestos de placer que tenias-






- No sigas- susurre con las lagrimas brotando por mis ojos.






- Lo sabia- dijiste con tono de compasión- sabia que no tenias idea de la existencia de esas fotos- asentí con la cabeza-






- Lo siento yo no…- dije tapándome la cara por la vergüenza.






- Discúlpame, ahora que te veo entiendo muchas cosas, no eres mas que una victima de el egoísmo de inoo y, me arrepiento de no haberte pedido una explicación, pero los celos y el dolor me cegaron que no vi mas allá de mi.






- No hay mas que decir- conteste – debo irme.






- Daiki- me dices al tiempo que me tomas del brazo- discúlpame no sabia que realmente lo amabas, tal vez hubiera sido preferible que siguieras en el engaño.






Esas palabras desgarraron por completo mi corazón, quería gritar, quería golpear a alguien, quería que alguien me gritara y dijera lo estúpido que fui al estar tan ciego y no darme cuenta o mejor dicho no querer darme cuenta de tu verdadera cara. Pero toda mi furia y frustración serian descargada en contra de una sola persona…y esa persona eres tú.






- “Inoo kei”-






"Terminó la confianza, hay una gran decepción y pronto morirá el amor…" (Delia)

sábado, 9 de abril de 2011

amame [ cap 7 ]

Capitulo 7 Sonreí contento pues ese placer que me habías dado lo volvería a sentir y sin ningún compromiso. - Sin ningún tipo de compromiso- valla que tontería, tu seguiste al pie de la letra nuestro convenio pero “yo”, yo no lo hice y me enamore de ti como un loco. Mis ojos pesan como si alguien me los estuviera oprimiendo y aunque los eh abierto no veo más que obscuridad a mí alrededor, será mi conciencia que me traiciona o es que mi mente me juega una mala pasada, busco a tientas el borde de la cama y cuando estoy a punto de bajarme escucho el crujir de una puerta e instintivamente volteo hacia aquel lugar y aunque se que no veo nada sigo el recorrido de esos pasos que se detienen justo enfrente de mí. - Estas mejor- te escucho hablar y mi corazón salta de emoción con tan solo oír tu voz, intento mirarte pero me es imposible y por mas que lo intente no te veo. Por la frustración me llevo las manos a la cara y ahí lo siento, de verdad que no me di cuenta que tengo una venda en los ojos y de inmediato intento despojarme de aquella prenda que me estorba pero tu me frenas tomándome de las manos y bajándolas hasta mi regazo. - ¿Que pasa?- te pregunto asustado queriendo y no queriendo escuchar tu respuesta. – porque tengo esto – digo ya con la voz mas desesperada llevándome de nuevo las manos a la cara. - Tranquilo- me dices volviendo a tomarlas acariciando mi cabello. No se que pensar, esa actitud tuya es muy rara y el pánico se apodera de mí, tu no eres así, no eres cariñoso ni comprensivo , así que lo único que me queda pensar es que hay algo malo con mis ojos y que lo único que haces es tenerme lastima, así que empujándote y a tientas me abro paso por entre el edredón buscando el borde de la cama pero me fallan los cálculos y si antes mi cabeza estaba sobre una suave superficie ahora estaba estampada sobre la alfombra , escucho tus pasos apresurados acercarse a mí y al momentos gritas que traigan al doctor, intento levantarme pero me tiemblan las piernas y cuando al fin lo logro de verdad que no se en donde estoy, tus manos rodean mi cintura llevando nuevamente hacia la cama pero opongo resistencia, de verdad que no quiero necesito respuestas pues el miedo me esta carcomiendo, forcejeamos un poco hasta que tu caes sobre de mi en la cama, puedo sentir el calor de tu cuerpo sobre el mío y tu respiración sobre rostro. - No hagas esfuerzos, eso no te hará bien- me dices colocando tu cabeza en mi pecho abrazándome. Estoy asustado, aturdido pero mas nervioso por tenerte tan cerca, mi corazón comienza a latir descontrolado y se que lo has notado. separas tu rostro de mi pecho y poco a poco ese calor que me envolvía desaparece. - Pronto llegara el medico- me dices y yo sigo el sonido de tu voz. - ¿A dónde vas?- te pregunto, sintiéndome solo en esta obscuridad que me aturde. - No hagas nada estúpido- son tus ultimas palabras antes de escuchar el golpe de la puerta. Me quedo sentado al borde, poco a poco comienzo a deslizar las vendas por mi rostro, la opresión va desapareciendo con forme voy desenredando el vendaje. - Parece que ya me ayudaste con las vendas- alguien en la puerta habla y brinco del susto parándome de inmediato. - ¿Quién es? - - El medico- dice aquel sujeto y por su voz es una persona de edad avanzada, escucho como se va acercando y a tientas vuelvo a tomar asiento, parezco niño regañado pues junto mis manos y las coloco en mi regazo aguardando a que el medico haga lo suyo. - Cree que pueda ver- pregunto nervioso, sintiendo las manos del doctor moverse por mi cabeza. - ¿ver?, claro que si- me dice en tono despreocupado y acto seguido termina de quitar el vendaje. – solo te protegí los ojos por el golpe de la cabeza, pero tu vista esta muy bien – - Gracias a dios- exclamo llevándome las manos al pecho- por un momento creí que estaba grave- rio como tonto mientras el medico analiza mis pupilas, la luz me deslumbra un poco ya que al final diminutas lucecitas se quedan fijas en mi vista. - Cuanto tiempo estuve dormido- hago esa pregunta para cambiar de tema. - Tres días- dice de lo más relajado y yo no puedo contener el asombro y me vuelvo incrédulo. - ¿Bromea verdad?- y ahora es el quien se ve serio. - Nunca bromeo- regreso la mirada y la fija en cualquier lugar menos en él, pues me da miedo mirarlo. - Esta bien- es lo único que logro decir y me levanto de la cama rumbo a la ventana. Pero mi paso es torpe como el de un borracho que no puede mantener el equilibrio. - Vendré a checarte dentro de dos días- me dice el medico pero estoy fijo en la ventana que poco le presto atención, solo alcanzo a mover la cabeza. La puerta se abre pero yo sigo mirando, al otro lado del enrejado puedo distinguir una silueta debajo de la lluvia torrencial que sigue azotando la ciudad. - Tienes un gran amigo- me distraigo de lo que estaba haciendo para verlo. - ¿Cuál amigo?- digo y al ver su cara de no entender regreso la mía hacia la ventana y la limpio pues el vapor la ah empañado pero ya no hay nadie ahí. - Inoo-kun, no se separo de ti en estos días- contesta el medico sonriente - ¿Inoo?- digo sin poder creérmela y comienzo a reír. - No se a que venga la risa pero así es, pregúntale a él. - Eso hare- - Debo irme lo saludas de mi parte- - Gracias- es lo único que respondo y de nueva cuenta me tiro sobre la cama cuando por fin se ah ido. Cierro mis ojos y lo primero que veo es tu rostro, tengo unos deseos incontrolables de verte que sin pensarlo me levanto y me dirijo a tu dormitorio, me tiemblan las piernas de solo pensar que voy a tenerte cerca de nuevo, toco la puerta pero nadie abre, estoy apunto de retirarme pero me quedo parado frente a tú puerta con la mano en el pomo, dudo, dudo mucho en si entrar o no pero es mas fuerte mi deseo que respiro profundamente y la abro. - Inoo- digo casi en un susurro inaudible y me meto por completo al cuarto. Camino sigilosamente por el, pero parece que no estas ahí y la desilusión me invade, regreso sobre mis pasos hacia la salida, pero escucho el correr del agua de la ducha y me quedo parado dudando de si entrar, los nervios me carcomen, si entro y te encuentro con otro no podría soportarlo y mas valdría estar ciego para dejar de sentir dolor, como dicen ojos que no ven corazón que no siente. Muevo la cabeza para alejar esos pensamientos y muy decidido entro al baño, puedo notar tu figura dibujarse por el vidrio del cancel y suspiro pues puedo notar que estas solo ahí adentro, una idea loca cruza por mi cabeza pues tengo tantas ganas de tocarte que el deseo se vuelve mas fuerte y deslizándome sigilosamente ingreso a la ducha contigo. Estas viendo hacia la pared así que no notas mi presencia, deslizo mis manos por tu vientre y te sobresaltas al sentirme sobre tu piel, te giras de lleno para verme y yo aprisiono mis labios contra los tuyos moviéndolos frenéticamente, pareces que sigues en shock por verme ahí que no respondes a mi beso, el agua me a mojado completamente que la ropa se adhiere a mi piel y comienzo a sentir frio. Al notar que no haces nada, ni siquiera un movimiento y sintiéndome el más torpe del mundo me dispongo a salir de ahí lo más rápido que pueda no quiero seguir viéndote así, pues solo aumentan las ganas de tocarte. Me alejo y me dispongo a salir cuando siento tus manos rodear mi cintura atrayéndola en un abrazo, puedo sentir tu cara sobre mi cuello y pude notar un pequeño suspiro de parte tuya. Ese acto tuyo me hace pensar que tal vez, solo tal vez realmente estabas preocupado por mí, así, que girándome para verte te dedico un beso en la frente para luego pasar a tus labios. Deseaba besarte con desesperación y que me correspondieras, tus labios se movieron al sentir que los aprisionaba más y me deje llevar por ese embriagante sabor tuyo, te arrincone en la esquina y comencé a deslizar mis manos por cintura, sentí como te estremeciste ante el contacto y sintiendo que llevaba la riendas del asunto me pegue más a tu cuerpo, comencé a besar ese cuello bañado en agua con ese sabor tan característico de tí que necesitaba, solo sentía como tu cuerpo se removía por mis besos y una enorme satisfacción se dibujo en mi rostro al saber que era el causante de eso, tome tus manos con las mías y deslizándolas por el azulejo las posicione sobre tu cabeza, en esta posición no podrías escapar. Seguí besando tu cuello y acercando mas mi cadera hacia la tuya comencé a friccionar de arriba hacia abajo. Te retorcías de goce y no sabes que felicidad siento por saber que puedo provocarte ese tipo de placer y sobre todo porque me correspondes. Aprisiono con una mano las tuyas y la que tengo libre la voy deslizando por tu cuerpo, en un movimiento excitante acaricio tu pecho, después tu vientre y al final llego a tu miembro. Lo tomo con suma suavidad y puedo sentir que ya esta completamente erguido me dirijo a tu rostro mostrándote una placentera sonrisa, tu solo desvías la mirada no sin antes notar un ligero sonrojo de tu parte. Comienzo a masajear tu miembro y acercándome a tu oído digo lo mas seductoramente que puedo –“tanto ansiabas que te tocara”-, puedo notar una sonrisa e tus labios y sin saber como ahora soy yo el que esta aprisionado contra la pared. Puedo sentir tu lengua rozar cada parte de mi garganta, es un beso lleno de lujuria, intento escapar pero me tomas por la cabeza para hacer mas profundo aquel beso, tus dedos agiles han quitado ya la camiseta y el agua ahora si cae sobre mi piel, mueves tus caderas involuntariamente chocando contra mi miembro, como si ya estuvieras penetrándome. -que impaciente eres- te digo con una risita, mientras comienzo a pasar mis dedos por tus cabellos. De momento ya estoy completamente desnudo al igual que tú, gradualmente te acercas mas metiendo una pierna entre las mías y comienzas a moverla, encorvo mi espalda pero no puedo hacerlo mucho pues la pared me estorba, así que no me queda mas que aferrarme a tu cuello. De un momento a otro me deslizo hasta quedar frente a ese pedazo de carne que es la fuente de mi desesperado deseo, lo tomo con mis manos y volteo a ver te, tienes una expresión de profunda con función y casi puedo asegurar lo que estas pensando. –“a caso quedo mal de la cabeza”- sonrió por pensar eso y poco a poco voy ingresando a mi boca tu miembro. Veo los intentos que haces por detenerme pero soy mas rápido y comienzo a succionar ese liquido espesó que escurre por mi boca , puedo ver tu cara de excitación y sigo con mi trabajo y ahora saco y meto tu miembro por mi boca, es una sensación deliciosa de verdad, puedo ver que no puedes mas y recargas tus manos sobre el azulejo, sino fuera por el agua que recorre tu cuerpo juraría que estas bañado en sudor. Sigo con mi ataque de succiones y nuevamente tus caderas comienzan a moverse a mi ritmo. No has dicho nada desde que iniciamos pero no me preocupo ni acongojo, pues se que lo estas disfrutando. -uhmm Daiki- gimes mientras aprisiono tu miembro con una mordida y ante aquella reacción vuelvo a hacerlo. - ahh Daiki- ese sonido hace que mi miembro se tense y un dolor entre la piernas se apodera de mi. Sigo chupando tu miembro dejándome llevar por el deseo comienzo a hacerlo con mas ahincó, me tomas por la cabeza haciendo mas profundos los movimientos. No se como es que te eh acostado en el suelo, pero tengo unos deseos incontrolables de hacerte mío, pues ese dolor me esta volviendo loco, me coloco en tu entrada y llevándome dos dedos a la boca intento ingresarlos, pero me detienes en el acto y mostrándome una sonrisa lasciva, te abalanzas sobre de mi dejándome ahora abajo. - Creíste que dejaría que llegaras mas lejos- me dices al tiempo que tomas mi miembro y lo estrujas con fuerza.- yo soy aquí el que te va a penetrar- No digo nada pues aun no puedo creer que haya caído en tu juego, me hiciste creer que tenía controlado el asunto y de buenas a primeras me cambias el papel. No puedo seguir pensando porque siento como tu boca húmeda y caliente se apodera de mi miembro, es una sensación de verdad es placentera el dolor poco a poco va desapareciendo al tiempo en que subes y bajas aun ritmo acelerado, mi liquido comienza a salir y puedo sentir como lo vas tragando a cada succión, tomas un poco de mi esencia y te diriges a mi boca depositándola en un beso lascivo, ese sabor amargo lo voy tragando mezclado con tu deliciosa saliva que me sabe a gloria, un dolor inesperado me saca de mi transe al sentir un intruso en mi entrada, tus dedos juguetones guiados por una mente perversa ingresaron en mi sin aviso. Duele de verdad que duele mucho, aun con tanto tiempo haciéndolo no puedo acostumbrarme a ello. Ingresas un segundo dedo y me arqueo pues una oleada caliente recorre mi cuerpo. Los sacas y dándome un ultimo beso, te metes en mi de un solo movimiento, grito por el ardor intentando aferrarme de algo pero lo único que hay es el agua que nos rodea, puedo sentir el palpitar de tu miembro en mi interior, es muy excitante, comienzas a menearte pausadamente, puedo sentir como el tejido de mi interior se mueve por cada vaivén de tus caderas, pero con cada movimiento me empujas contra la pared, es una posición incomoda pero así puedes llegar mas dentro de mí. El dolor no desaparece pero la excitación es mas grande, que levantándome me abrazo a tu cuello, en esa posición no hay mucho que se pueda hacer así que vuelves a recostarme y con mas ferocidad que hace un rato ingresas en mi con fuertes estocadas. Entrecierro los ojos pero no quiero que pares con los movimientos y me abrazo con mis pies a tu cadera. El vaivén continua y me dispongo a complacer a mi miembro que a quedado sin atención, con tus escotadas y con mi masturbación llego pronto al climax, pues con un sonoro gemido me corro sobre mi mano. Al darte cuenta de aquello te acercas a mí mano que aun sostiene mi miembro y lames todo la semilla que derrame sobre mi cuerpo, al terminar con aquello continuas con tu trabajo y después de unas cuantos vaivén ese liquido se derrama en mi interior llevándome al borde de la locura. Cuando todo a terminado y aun con las respiraciones entrecortadas nos quedamos viendo, esos ojos llenos de confusión los beso delicadamente y un sabor a sal inunda mi boca. –“Estas llorando” pienso mientras tus beso tus labios. No digo nada pues tal vez con mi imprudencia arruine este momento que se a sido el mejor hasta ahora. El agua a parado sin darme cuenta, cuando me giro a ver por que me cargas entre tus brazos cubriéndome con tu bata, salimos del baño yo aun en tus brazos me siento muy feliz. Te acercas a la cama y me recuestas con tanto cuidado así como temiendo que fuera a hacerme daño. Te recuestas a un lado mío cubriéndonos con las sabanas, me abrazo a tu pecho y la quietud del día aun cubierto de nubes negras a sido el mejor en mucho tiempo.

martes, 5 de abril de 2011

cinderella boy, [ cap 9 ]

capitulo IX


Nunca el pasillo se le había hecho tan corto, cuando menos lo pensó ya estaba en frente a la oficina de su jefa, tenía un enorme temor de estar a solas con ella. Aun podía sentir ese roce sobre su espalda, una sensación indescriptible se apodero de él a tal grado de no querer entrar, pero que podía hacer además, tal vez todo fuera producto de su imaginación.


Después de un rato de debatir con su yo interior y ya un poco decidió a que lo mejor era enfrentar el problema y no evadirlo, resolvió llamar de una buena vez a la puerta, respiro profundamente antes de llamar mientras escenas de él y su jefa venían a su mente sin que él pudiera hacer nada, cerró los ojos sintiendo una enorme opresión en el pecho.
- pasa- se escucho dentro-
Tardó unos segundos en entrar, debido a que su mano quedo pegada al pomo sin mover un musculo. Su mente debatía en hacerlo o no, pero al final no tuvo más opción.
- te dije que pasaras- dijo la mujer, asustando al pobre niño que brinco y la miro como bicho raro cuando ella practicante lo empujo hacia el interior. se recargo a la pared poniendo distancia entre ambos, pero la señora lo llevo hasta el sofá. Ahí y comportándose como toda una colegiala subió los pies al sofá y recargo el brazo en el respaldo mirando o más bien desnudando de nueva cuenta al podre chico.


Ryutaro solo mostraba una mueca en donde debería ir una sonrisa, miraba todo el tiempo el suelo y sus dedos se movían frenéticamente.


- ¿quieres tomar algo?-


- no gracias no bebo- contesto por inercia – usted apetece algo voy en seguida a traerlo – contesto intentando levantarse del sofá creyendo que esa sería su salvación.


- No te preocupes podemos ordenar que me lo traigan. Dijo al tiempo que movía su cabello con las manos


- Si verdad- respondió desilusionado, escapando de la mirada penetrante que la mujer le estaba dando.


- Gracias por salvarme- la mujer apoyo sus manos sobre el asiento y acerco su rostro al de Morimoto.


- No fue nada, de hecho yo no lo llamaría salvarla-


- Te daré tu recompensa- expreso la mujer provocativamente al tiempo que tomaba una mano de Morimoto y la dirigía hacia su cintura. Y después sin previo aviso la mujer se recargo en él metiendo una mano por debajo de la camisa, el chico intento alejarse pero no podía, su jefa poco a poco iba disminuyendo la distancia de sus rostros hasta que por fin pudo rosar sus labios con los de su mozo.


Quedo en shock, petrificado y su corazón saltaba fuera de control. Quería llorar pero su cuerpo no reaccionaba a nada, quería gritar pero su boca se había secado.


Cuando sintió un beso más profundo y asqueroso, surgieron unos deseos incontrolables de mandarla derechito a no sabe donde pero muy lejos. Estaba a punto de alejarla no muy cordialmente cuando alguien llamo a la puerta haciendo que la mujer se alejara y disimulara estar haciendo otra cosa.


- tiene una llamada- dijo Kairi mirando con una sonrisa a Morimoto y luego a su jefa.- la mujer se acerco muy disimulada y tomo el teléfono que le ofrecía Kairi y este sin decir nada mas salió.


- ¡bueno!- contesto sonriente contoneando las caderas al caminar, hablaba dulcemente como queriendo impresionar al mozo, pero poco a poco su melodiosa voz fue cambiando a la de una bruja loca. empezó a gritar y maldecir una y otra vez mientras agitaba las manos. colgó desesperada y marco un nuevo número. pero por lo visto tampoco recibió buenas nuevas así que lanzo el móvil lejos de ella y camino furiosa al escritorio. se afianzo al teléfono de escritorio y volvió a marcar.


- ¿cómo demonios sucedió?- grito fuera de sí-


- si lo sé pero… - se quedo escuchando- no hay nada que hacer…- chillo –no, no tengo esa cantidad- dijo sentándose de golpe - de donde pretendes que lo saque…. claro como tu… cierra tu maldita boca- grito azotando el teléfono en el escritorio y esparciendo todo en el suelo. se quedo bufando por unos segundos hasta que una idea surgió en su cabeza.


Tomo el teléfono y marco-


- ¡buenas tardes señor Araki! - dijo muy cordial la mujer- ¿cómo ha estado?… me alegro… si no lo he olvidado y precisamente es por eso que le hablo. ¿cuándo podemos vernos…? claro me parece… entonces ahí lo veré.


Ryutaro solo veía como la mujer buscaba y rebuscaba en su escritorio y demás libreros papeles y más papeles-


Estaba tan concentrada en lo que hacía que se había olvidado por completo del menor, no fue hasta que morimoto cambio de posición pues su espalda ya le dolía mucho.


- ¿sigues aquí?- le pregunto un poco consternada-


- ¡ehh! si- contesto preguntándose de inmediato –“ porque rayos no salí de aquí”-


- estoy ocupada, así que en otro momento terminamos-


Esa palabra fue como una bomba – después terminamos- que acaso había más.


Ryutaro salió como muerto, no podía caberle en la cabeza que estuviera a nada de ser violado por su jefa… que debía de hacer.


Daiki se encontraba haciendo…. nada, estaba triste sabia que las palabras que le había dicho hacia unos momentos a yuya habían sido la despedida. Cerró los ojos sintiendo una opresión en el pecho. El auto aun estaba sucio la esponja sobre su mano se había secado y no se había movido de su sitio desde que había salido.


Decido que lo mejor era ir a limpiar otra cosa, pero no el auto, no ese auto; mejor dicho nada de él, así que camino por los pasillos con el carrito de limpieza ignorando por completo el cuarto de Takaki, pero no pudo hacerlo pues el aludido parecía que lo rastreaba y en cuanto este pasó por fuera, él lo llamo-


- limpia mi habitación- dijo ordenándole y abrió la puerta para entrara, sin intención de enojarse ni decir nada, Daiki acepto de buena manera.


Entro a la habitación iniciando de inmediato su labor, Takaki se quedo sentando contemplando como el menor iba y venía arreglando.


En eso el celular de Daiki comenzó a sonar, este rápidamente lo saco de su bolso y miro quien era.


- ¡bueno!-


- ¡hola! Daiki, ¿como estas?-


- ¡bien! – dijo depositando la ropa sucia en el cesto- y tu Kota ¿como estas?- lo dijo lo más perceptible posible para ver como reaccionaria yuya.


- Bien, haber cuando nos vemos-


- si claro, hay que salir; que te parece….- le decía al tiempo que se giraba en busca de la escoba, pero para su sorpresa el mayor ya le estaba respirando cerca.


Tomo bruscamente la mano en la que estaba el celular y poco a poco la separo hasta que con su otra mano colgó, Daiki estaba sorprendido-


- ¡pero qué le pasa!- dijo molesto – estaba hablando-


- estas trabajando – grillo el mayor dando zancadas hasta su cama mirando hacia la ventana- aquí no puedes hablar-


- bueno, ah si, me disculpo por lo de hace rato pero ya ves, en que estábamos, así te decía …- cuando Daiki alzo la vista takaki corría hacia el dispuesto a arrebatarle el móvil, por instinto el también corrió.


- ven aquí – grito lanzándosele a los pies, el rostro de daiki golpeo el suelo soltado el móvil que se detuvo después de unas cuantas volteretas.


- bueno… bueno… ¿Daiki estas bien?-


Takaki se encimo en daiki que intentaba alcanzar el celular que estaba a unos cuantos metros, pero el mayor fue más rápido y lo cogió antes.


- deja de molestar a mi mozo en horas de trabajo- le grito cuando se percato que aun estaba activada la llamada para después colgar.


- hey Takaki- le grito Daiki. cuando esté volteó, el puño elevado de Daiki asesto sobre su rostro, tirándolo a un lado.


Sin ningún miramiento se levanto, le arrebato el celular que aun aprisionaba y camino hacia la salida.


- ¿Por qué?- escucho detrás deteniéndose- ¿porque tú?-


Daiki no entendía. Takaki poco a poco se fue levantando dando pasos lentos hacia él.


Un hilito de sangre aunque tenue no dejaba de gotear.


El móvil volvió a sonar ante la mirada aterrada de Daiki, Takaki corrió mientras el menor, intentaba ocultar el celular para que no se lo quitara, corrió brincando sobre la cama para escapar, pero el mayor no se quedaría tan tranquilo y antes de que Arioka llegara al otro extremo lo volvió a jalar por los pies, si no es porque este puso las manos a tiempo era seguro que su rostro colisionara contra el suelo. Sus pies quedaron sobre la cama; de inmediato Takaki lo comenzó a jalar hasta acostarlo.


- ¡suélteme! – gritaba como si lo estuvieran asesinando, pero para su sorpresa Takaki no estaba intentando quitarle el móvil. solo estaba ahí encima de él mirándolo y de pronto su corazón comenzó a latir fuertemente. intento levantarse e irse pues la mirada penetrante de yuya lo estaba intimidando.


- suéltame – grito a un mas pero takaki no reaccionaba.


El móvil volvió a sonar.


Yuya estaba perdido en los ojos del menor; cuando el celular volvió a timbrar y, como si esa hubiera sido la orden esperada, Takaki se lanzo a besarlo por el cuello, daiki no entendía, no creía lo que estaba pasando, intento con sus fuerzas apartarlo pero era inútil los besos del mayor sobre su cuello le estaban ganando la voluntad. El mayor le desgarro la camisa dejando al descubierto ese cuerpo delgado, siguió con sus besos frenéticos, haciendo que la excitación en Daiki creciera, no quería caer pero ya era prácticamente imposible, esos labios húmedos lo hacían estremecer.






Esas manos que acariciaban su vientre eran cálidas y suaves. Los besos de Takaki regresaron al cuello encaminándose poco a poco hacia esos labios apetecibles. Toco solo la comisura y se sintió en el cielo. Desde hace mucho tiempo que quería probarlos de nuevo.


Escasos centímetros lo separaban de la gloria cuando alguien llamo a la puerta. Se separo un poco mirando hacia la puerta, podía ver la sombra de alguien al otro lado, pero no iba a hacerle caso.


- Joven -gritaron desde fuera - su madre lo busca dice que es urgente, que es algo muy grave - muy a su pesar yuya dijo que bajaría enseguida. Se separo de ese cuerpo, se arreglo un poco y antes de salir por la puerta le dijo


- No te vayas, te necesito- y salió de la habitación


Daiki seguía recostado sobre la cama, su pecho baja y subía a un ritmo desigual, se sentía acalorado y sudoroso, pero sobre todo con una sensación muy agradable en su cuerpo, sonrió tocándose la comisura de su boca donde los labios de Takaki rozaron los suyos.


Que había sido aquello, acaso había sido una declaración de algo, o solo los deseos calenturientos de yuya hacia su persona. No quería pensarlo mucho pues si lo hacia corría el peligro de desilusionarse antes de tiempo; mientras tanto quería quedarse así con esa sensación en todo su cuerpo.


Pero el tiempo pasó y la poca esperanza de que yuya regresara se fue reduciendo a anda, Daiki sabía que no podía permanecer más tiempo ahí pues alguien podría entrar y encontrarlo en ese estado, bueno ese alguien para ser mas precisos podría ser Kairi y no tenía ganas de enfrentarlo por lo menos no ahora. Se levanto despacio acomodándose la camisa rota, siguió limpiando y después de un rato salió de la habitación de lo más feliz.


Estaba tan contento que ahora si tenía ganas de lavar aquel automóvil, así que fue en busca de sus pertenencias para terminar la labor. Pero su mente seguía alejada de la realidad que nuevamente se había quedado con la esponja sobre la mano.






- no creo que se lave solo-


- ¡eh!- expreso sorprendido viendo como Keito se acercaba – joven Keito, ¿cómo ha estado?, hace mucho que no lo saludo.


- si tienes razón con eso de que mi querido hermano te ha hecho de su propiedad, ya no deja que nos acerquemos-


- jeje- soltó fuertemente apretando la esponja sonrojado -


- ¿quieres hablar de ello?- sonrió Keito


- yo debería darle consejos a usted no usted a mi-


- no seas payaso y llévame al centro-


Ambos voltearon a ver el auto que estaba sucio.


- pero en el mío- sonrió lanzándole las llaves- Daiki asintió.


- Así que mi hermano ya te ha hecho de su propiedad-


- Eh no entiendo a que se refiere-


- Pues a que no te deja ni a sol ni a sombra-


- Oh, si es un poco hostigador-


- Un poco, yo diría que al extremo-


Daiki solo sonrió


- ¿Te gusta?- lanzo Keito


- Eh, no como cree… yo no…


- Se sincero, una vez me preguntaste lo mismo por Ryutaro y yo me a sincere ahora espero lo mismo.


Daiki permaneció un tiempo callado para después mira por el retrovisor a Keito y asentir con la cabeza.


- ¿Y porque no se lo dices?-


- Porque el ya tiene a alguien- lo dijo muy a su pesar.


- En serio-


- Si se llama Seiji-


- Ah así que tu conoces a ese mentado Seiji, ¿podrías decirme quien es?-


- El joven que entro el día de la fiesta, recuerda-


Keito lo miro con suspicacia


- Ósea tú-


- Eh-


- Por favor Daiki, que tan tonto me crees, está claro que eras tú el joven que entro esa vez a la fiesta, por el que Ryutaro me cambio, o no-


El silencio de Daiki era más que una confirmación.


- Qué yuya sea un idiota no quiere decir que yo también lo sea, recuerda no llevamos la misma sangre.


Daiki sonrió.


- ¿Así que me vas a decir quién es Seiji de una buena vez?-


- Claro que sí, pero es una larga historia, así que será mejor ir a alguna lugar-


- Me parece-


La plática fue larga y amena; Daiki conto cada detalle que recordaba y hasta le conto sobre que Kairi era Seiji y que lo había amenazado con unas fotos de él y Ryutaro.


- ¿En serio hay unas fotos?-


- Si, y un poco comprometedoras- a Keito el rubor se le subió hasta las orejas, miro para otro lado y la imagen de Ryutaro pronto se vino a su mente.


- No podría precisar si solo me gusta o lo quiero.


- ¡Ehh!- respondió Daiki inseguro de lo que estaba escuchando -Se refiere a Ryutaro-


Keito asentó con la cabeza.


- ¿Cómo es que terminamos en esta situación?- dijo removiendo la pajilla de su bebida- usted enamorándose de mi amigo y a mi gustándome el sádico y acosador de su hermano.


- ¿Eso quiere decir que no lo quieres?-


- Dijera usted, no sé si solo me gusta o hay algo mas, solo sé que me gusta cuando le dan celos – sonrió apenado.


- ¿Te gusta que te cele?-


- La verdad sí, es divertido además de que me hace sentir que le importo un poquito-


- ¿Porque lo dices?-


- Hace rato me celo porque recibí una llamada de un amigo, después de pelear un rato terminamos en la cama-


- ¿En la cama?-


- Déjame seguir, sin que te adelantes, terminamos encima de la cama y apunto de..bueno ya sabes-


- Si ya se, eso fue demasiada información y porque no le dices que tu eres ese joven-


- Por lo mismo que ya le explique, Kairi le enseñaría su ma..madrasta las fotos; sinceramente usted no me preocupa-


- Gracias- contesto burlón el menor.


- Me preocupa que pueda despedir a Ryutaro y eso no puede ser porque él es el soporte de su familia así que tendré que aguantarme mis ganas de hacerlo y sobre todo de tener algo que ver con yuya.


- Y porque no engañan a Kairi-


- ¿Y eso como es?-


- Pues sí, sé el amante de yuya sin que el hijo de su mamá de Kairi lo sepa, así te estarás vengando de él sin que lo sepa.


- Me gusta la idea, solo falta que yuya quiera-


- Créeme que aceptara.


Después de la plática Keito decidió ir a comprar algunas cosas que necesitaba y al cabo de un rato ya estaban de regreso en la casa.


Cuando Daiki estaciono el coche pudo notar que había otro más estacionado fuera, por un momento se le hizo conocido pero no le dio mayor importancia.


Como Daiki llevaba cosas para Keito ambos entraron por la puerta principal sin sospechar que había invitados en la casa.


- Buenas tardes- dijo muy educadamente okamoto haciendo una leve reverencia.


- ¿Este es tu otro hijo?- contesto el señor levantándose y caminado a grandes zancadas hacia él estrechándole la mano.


- - es mi hijastro- contesto sin mucho afán la señora.


- Bueno pero es el hijo de tu esposo.


Daiki pudo ver que yuya estaba sentado en el sofá con la mirada un tanto extraviada, estaba pensativo con sus codos recargados sobre sus piernas y las manos unidas como rezando. Daiki también pudo ver que había alguien a su lado pero no podía distinguir de quien se trataba pues Takaki lo cubría solo podía notar que era una mujer


-¿Y este joven quien es pregunto – pregunto el señor Araki?.


- Es el mozo – contesto con desdén.


Takaki al escuchar aquello giro su cabeza en esa dirección y en cuanto sus ojos hicieron contacto, Daiki de inmediato le dedico una linda sonrisa, pero Takaki no mostro ninguna reacción y regreso su mirada al frente.


- “y ahora que he hecho” pensó Arioka, mientras seguía observando a yuya.


- Arioka-


- si – contesto el


- trae champagne para celebrar-


- A la orden – contesto


El menor ingreso a la cocina tomo algunas copas, coloco una botella de champagne en la bandeja e ingreso de nueva cuenta al salón.


Comenzó a servir las copas, miro a la chica que yuya tenia al lado y pudo reconocer que era la joven a la que Yabu servía. Dejo de mirarla y empezó a servirle al mayor.


- ¿Y que celebramos- pregunto inocentemente Okamoto?-


- El compromiso de Takaki con Miyu-chan- observo la mujer con mucho entusiasmo.


Keito no dijo nada solo se quedo observando el rostro de su hermano y la nuca de Daiki.


Por otro lado Daiki al escuchar aquello derramo la bebida sobre yuya haciendo que este se levantara deprisa.


- Eres un torpe - chillo la mujer, mientras yuya se limpiaba con la servilleta-


- Yo... lo siento…-


- Vete a la cocina- - Daiki asintió


- Me voy a cambiar- dijo Takaki pasando entre los presentes - Arioka acompáñame-


El menor detuvo su andar para después girase sobre sus talones y seguir por detrás al mayor. En cuanto entraron a la habitación hubo un silencio mortal, Takaki buscaba entre sus pertenencias algo que ponerse pero su cabeza no daba para esas cosas; así que agarro lo que fuera y comenzó a cambiarse.


- No quiero – expreso hundiendo las manos en las bolsas del pantalón. Daiki no contesto.


- ¿Por qué justo ahora está pasando esto?- yuya termino de abotonarse la camisa y camino hacia Daiki- ¿porque justo ahora que me siento feliz sucede esto?- y lo atrajo en un abrazo, un abrazo fuerte desesperado como si no quisiera separarse de él nunca más.


- ¿No puede hacer nada, cierto?- yuya asintió con la cabeza.


Poco a poco fue alzando la cabeza hasta toparse con la de Daiki, aspiro aquel aroma delicioso que emanaba del cuerpo del menor y así, lentamente fue levantando hacia él el rostro de Daiki, sonrió unos segundos y mansamente y sin prisa alguna unieron sus labios.


Un movimiento lento, pausado, sus bocas se encontraban por primera vez sin ninguna presión, ahora todo era voluntario. Era un disfrute exquisito; esos labios dulces, carnosos, suaves, le hacían sentir hormigueos por la espalda. Sus cabezas se movían al igual que sus cuerpos a un ritmo igual. Paulatinamente los besos comenzaron a tomar un carácter más febril y entonces lo sintió, Takaki sintió ese beso que desde hace tiempo había buscado, ese beso que añoraba con todas sus fuerzas volver a sentir. Poco a poco se separaron, Daiki tenía las mejillas ruborizadas, su pecho subía y bajaba, pero no apartaba en ningún momento la vista sobre el mayor.


- ¡¡Eres tú!!- expresó yuya acariciando con la yema de sus dedos el rostro del menor-siempre fuiste tú- Daiki trago saliva. Takaki bajo su brazo y agachando la cabeza comenzó a reír- ¡¡siempre fuiste tú, tu!!-.


Daiki estaba asustado, miraba al mayor con miedo “¿por qué debía de descubrirlo justo en ese momento?, ¿por qué justo ahora que sabía que lo quería?”. No quería esperar a ver la reacción completa de yuya, a si que sin esperar ni un segundo más corrió hacia la salida.


-¡no! – Grito yuya jalando por el brazo- ¿por qué me mentiste?-


- suélteme- gritaba el menor, pero era en vano hacerlo.


- ¿Por qué me engañaste?-


-suélteme- grito aun mas fuerte golpeándolo en el rostro. Takaki se tambaleo cayendo sentado oportunidad que aprovecho para salir de ahí.


- Daiki ven, Daiki regresa- grito el mayor.


Arioka salió deprisa chocando con Kairi que lo miro un poco sorprendido, después escucho como los gritos del mayor se iban acercando hacia la puerta y en segundos lo vio salir de la habitación.


- Daiki vuelve aquí- grito corriendo tras de él. Que estúpido había sido, no quería asustarlo pero estaba contento, feliz de saber que él era esa persona que tanto había buscado, pero no supo cómo manejar sus emociones y había asustado al menor.


Corrió escaleras abajo pasando como bólido sin mirar a los que había en el salón, ingreso a al cocina y corrió hacia su cuarto, azotándola y poniendo rápidamente el seguro. ¿Que debía hacer, qué?


Mientras tanto Takaki también bajaba las escaleras, pero fue interceptado por su madre y los demás invitados y, aunque el decía que debía de hacer algo importante fue arrastrado literalmente hacia la sala.


- Ahora si- dijo su madre levantando la copa- brindemos por el compromiso de mi hijo con la señorita Miyu-chan-


Las voces alegres de los padres de la menor resonaron como un taladro en sus oídos “de que valía la pena haber encontrado a esa persona y su destino ya estaba ligado a otra”, sostuvo la copa levantándola en el aire, después coreo a los demás y engullo de un solo trago aquella bebida. No le sintió sabor alguno, es más ahora su garganta la sentía seca y agria.


Miró a la mujer que dentro de unos meses seria su esposa y pudo ver la misma expresión que él sentía en esos momentos. Los dos estaban enamorados de alguien más.






Seguía sentado en el sillón aun cuando la sala ya estaba vacía, quería correr a buscarle pero que ganaría, “si te quiero pero me voy a casar con alguien más”- recargo su cabeza en el respaldo y miro hacia el techo.


- Te encuentras bien – pregunto Keito sentándose a un lado de el


- No- contesto tajante


- Quisiera poder entender cómo es que una madre le hace eso a su propio hijo-


- Si tu no puedes entenderlo yo menos-


- Desde cuando está este arreglo- pregunto Keito recargándose en el respaldo.


- Yo, no lo sabía- concluyo el mayor-


- ¿Por qué aceptaste?, ¿por qué dejas que maneje tu vida- yuya lo volteo a ver


- Tengo mis razones- y sin agregar nada mas a la plática se levanto del asiento y se encamino hacia las escaleras.






Kairi estaba que no lo calentaba ni el sol, estaba enojado por dos grandes motivos: el primero era que yuya estaba comprometido y eso le había arruinado todos sus planes y el segundo que la actitud de yuya hacia Daiki había cambiado, algo había pasado entre esos dos.


Miro las fotos que había en su celular y una gran sonrisa se le dibujo en el rostro. Salió deprisa de la habitación caminando presuroso hacia el despacho de su jefa y tocando un par de veces, por fin le dieron la entrada.


- ¿Qué es lo que quieres?- contesto la mujer mirando lo papeles que tenia sobre el escritorio.


- Quiero hablar con usted de algo muy importante-


- Así, pues no tengo tiempo, así que lárgate-


- Yo creo que le interesa y mucho- la mujer dejo lo que estaba haciendo y lo miro directo-


- ¡Lárgate! – grito la mujer exasperada.


- Lo que quiero es que rompa ese compromiso que hay entre yuya y esa- lo último lo dijo con despotismo.


La mujer soltó tremenda carcajada que tuvo que sostener su estomago del dolor.


- ¿Qué clase de drogas ingieres?, quien te crees para venir y decirme esa sarta de estupideces, ¡lárgate!- volvió a decir


Kairi extendió su mano y lanzo el móvil hacia ella. La señora tomo el móvil y sus ojos se clavaron en esas dos figuras. El color se le subió hasta la cabeza, sus manos comenzaron a temblar y de pronto tenía mucha sed.


- ¿De dónde sacaste esto?, ¿cómo lo conseguiste?-


- Tengo mis métodos, ¿entonces qué?, va a hacer lo que le pido-


- ¡No! – grillo la mujer abriendo el móvil retirando de inmediato el memory stick. Kairi solo sonrió.


- Puede quedarse con él, se lo regalo- sonrió sínico- tengo muchas copias, además de impresas- al decir aquello lanzo al aire varias de ellas-


La señora solo vio como caían lentamente al suelo.


- Que diría yuya si llegara a ver estas fotos… o peor aún, que diría la sociedad si se entera que acosa a un menor de edad, porque eso es Ryutaro un niño aun.


La mujer palideció aun más.


- Mire le propongo un trato – dijo caminando hacia el siento dejándose caer -del cual podemos beneficiarnos ambos –


- Que quieres, ¿dinero?-


- No, quiero que rompa el compromiso de yuya con la chica pero que ahora comprometa a Keito con ella-


- ¡Estás loco!, no pienso hacer eso-


- Le conviene – dijo estirándole la mano mostrándole otra foto, su jefa se acerco hasta él y arrebatándosela de las manos la miro.


Abrió la boca a todo lo que daba, sus ojos chispearon de rabia y no pudiendo contenerse rompió a la mitad aquella foto-


- Si usted compromete a Keito con Miyu-chan, matara a dos pájaros de un tiro, se deshará de Keito y podrá continuar su excitante romance con el menor, además de que no perderá la fortuna-


- ¿Tú que ganas?- pregunto la mujer insegura


- Me gusta su hijo – dijo el muchacho. Pero la señora soltó tremenda carcajada que el eco tardo en disiparse-


- Me parece que yo gano más que tu, acaso crees que mi hijo se podrá fijar en ti, por favor eduque muy bien a mi hijo como para que caiga en lo más bajo-


- Eso ya no depende de usted, lo toma o lo deja-


- Keito no va a aceptar-


- Hay señora hay maneras de persuadir a la gente- y lanzo a sus pies otra copia de Keito y Ryutaro. La mujer alzo el rostro mostrando una sonrisa y al punto exclamo


- Hecho-


- ¡Ah! pero quiero pedirle otro favor, despida a Daiki sin que yuya lo sepa-


- Y ese caprichito –


- Yo sé mi juego, usted preocúpese por el suyo- y sin decir nada mas camino hacia la salida, no sin antes reverenciarse.


- Mándame a Daiki- dijo la mujer dándole la espalda- ¡¡que el juego comience!! – y ambos por su lado sonrieron sínicamente.


aqui esta otro cap XD, creo que me salio mas extenso que otras ocasiones pero debia de terminar esta parte XD.
Disfrutenlo y comenten =D

miércoles, 30 de marzo de 2011

kimi wo mamoru tame ni [ cap 6]

Konbanwa~~~ ¡Por fin! Parece que últimamente el mundo está en contra de que suba contis, en serio u.u" Tsk... Si es que sé que la A.A.C.M. conspira contra mí (Asociación Anti Contis de Mika) (XDDD ???) Por favor, no me hagáis caso, que ya es demasiado tarde para mí teniendo en cuenta que me he levantado a las siete hoy xD (mentira, Mika es así aunque vaya bien despierta. xD) Hablando de algo de interés mínimamente humano: ¿Recordáis las advertencias tan bonitas y tiernas que puse al principio? Pues me gustaría que las reconsiderarais antes de leer este capítulo xD aunque sé que nadie me hará caso, bé, da igual. Cómo sabéis, un capítulo lo narra Chii y otro Yama-chan, éste es el turno de la ardilla :3 Sin más, Dozo~~~~~ --------------------------------------------------------- Kimi wo Mamoru Tame ni [Por Protegerte] Capítulo 6 Karada wa Ano Hito no Mono Desu [Mi Cuerpo es Suyo]] "Estoy deseando que me des una excusa para rebentarle la cara". No. Nunca lo permitiría, esas palabras jamás se harían realidad, lo decidí nada más escucharlas salir de su boca. Nunca dejaría que ocurriese. Situado a mi espalda sus manos desabrochaban los botones de esa camisa, mientras, frente a mí, sentía la humedad cálida de la boca de Daiki pasearse por mi cuello. Esa prenda resbaló por mis brazos, y, tras notar la leve presión que ejercieron los dientes de Takaki al morderme el hombro, cerré los ojos, sintiendo aquel escalofrío recorrer mi espina dorsal. Noté esos dedos resbalarse hasta mi pantalón y lo desabrochó, adentrando su mano para palpar lo que bajo la tela de mi ropa interior se escondía. - Quítale la camisa a Daiki. Su voz susurrante me erizaba la piel, haciendo que un momentáneo ardor escalfase mi estómago. Era asqueroso, tan... asqueroso. Me dispuse a cumplir lo ordenado tras abandonar Daiki mi cuello. - No le habrás dejado marcas, ¿Verdad? - dijo atrayendo el mentón del menor a sí, acorralándome más entre ambos cuerpos. - No, Takaki. - respondió Daiki en ese tono con el que siempre se dirigía a él; un tono obediente, pero no sumiso. - Buen chico. No necesitó alzar la voz más allá de un susurro, pues la cercanía que los separaba era mínima, volviéndose inexistente cuando Takaki se apropió de sus labios. Sentí un empuje sobre mis hombros y cedí, arrodillándome frente a Daiki para disponerme a hacer aquéllo que sin palabras me mandaba. El calor que emanaba el cuerpo de Takaki tras de mí desapareció, al haberse desplazado hasta la puerta, abriéndola, y, tras decir unas breves palabras, estiró hacia el interior la muñeca de quien estaba vigilando fuera. Sonidos de placer se disipaban por el aire de la boca de Daiki, al ritmo que yo imponía sobre su erección. - Mira, Kei, cómo gime.... ¿No te excita? - le susurraba aquellas palabras desde su espalda. Los ojos de Kei se posaron casi forzosamente en nuestras figuras. - Sí. - su voz era serena, pero no su mirada. Esa mirada llena de culpa no quería estar viendo aquéllo, lo sabía muy bien. El cierre de sus vaqueros se abrió a manos de Takaki, quien le cogió la mano derecha, adentrando la propia y ésta dentro de los boxers del menor. - Venga, tócate, Kei. Estoy deseando verlo. El menor comenzó a mover su mano, cerrando los ojos. - No, no, abrélos. Quiero que mires. Takaki sonrió, y se dirigió hacia nosotros de nuevo, agachándose a mi lado. Cerré mis párpados inconscientemente, adentrándome en lo que mi boca le hacía a Daiki y, mientras acomodaba un mechón de cabello tras mi oreja con una delicadeza que me extrañó, susurró aquéllo que daba razón a ese cínico acto cariñoso: - Ahora serás bueno y te ábrirás de piernas a Daiki, ¿Sí? Me incorporé, sintiendo la pesadez relentizar todo mi cuerpo, y nos dirigimos hacia la litera. - ¿La quieres dentro de ti? - le dijo Takaki al llegar a su lado, tras sostener los muslos del menor, que ahora rodeaba con las piernas su cintura. - Sí... Por favor Takaki. - la mirada de Kei pasó por la de Daiki, y hasta yo sentí el pesar en aquel contacto visual. - Chinen...- me susurró el cuerpo sobre el mío, aprovechando que estaba Takaki ocupado de espaldas. - lo siento. Su miembro penetró cómo una hiriente punzada en mi cuerpo tenso. Mi boca dejó escapar un grito horrible, doloroso. Me cubrí los ojos con mi antebrazo, pero, cómo ya había comprobado, la oscuridad de mis párpados no hacía que el exterior realmente desapareciera. El dolor se adentraba una y otra vez en mí, y cuando pensé que ya era imposible que parase, cómo siempre ocurría: Lo sentí, y ese punto de placer en mi interior opacó cada vez más el dolor a medida que crecía. Retiré mi brazo, y volteé el rostro, poniéndole cara a esos gemidos que escuchaba al otro lado del cuarto. - Ah... Le le... Amas, ¿Cierto...? - susurré, sin dejar de apartar mi vista de un jadeante Kei recibiendo las fuertes embestidas de Takaki. - Ah... Sí...- respondió su voz vaporosa. - ¿Cóm.... Cómo sabes qu... estás enamorado? Daiki sonrió y sus manos antes apoyadas a cada lado de mi cuerpo me cogieron de los muslos, acercándome más, y profundizándose con más fuerza en mi interior. - Lo sabes cuando, ah... cuando sólo quieres hacer este tipo de cosas con él, cuando deseas abrazarle y no... Hmn... no soltarle... jamás, cuando tus lágrimas brotan ah... con facilidad cuando estás junto a él, cuando te sientes otra... per... sona a su lado..., si sientes todo éso, estás... enamorado de Yamada, Chinen. Cerré los ojos, agarrando con fuerza la sábanas bajo nuestros cuerpos. "Estás enamorado de Yamada, Chinen.", esa frase rebotó en ecos dentro de mi cabeza, me gustaba cómo sonaba. El viejo colchón chirriaba ante los acompasados movimientos de Daiki. Sentí mi cuerpo pidiéndome más, sentí cómo acariciaba el límite del placer. Y entonces, esa explosión de todo y nada a la vez me sacudió, y seguidamente sentí el líquido subir y liberarse por mi miembro. Casi al instante el cuerpo de Daiki se tensó y aquella sensación llegó a él en un gemido que no pudo evitar ni mordiéndose los labios. Volteé el rostro y vi a Takaki dejando el cuerpo mórbido de Kei de pie nuevamente, para luego abrocharse el cierre de su pantalón, y, después de voltearse a mirar la escena a su espalda, le susurró algo a Kei, acto seguido abrió la puerta situada a su lado y se marchó. Daiki se incorporó, quedando sentado en el borde de la cama, abrochándose el pantalón y abotonándose la camisa que le había descolocado, mientras observaba cómo Kei se vestía. Pasados unos segundos, éste caminó hasta nosotros, acomodándose la sudadera a medio vestir. - ¿Vamos? - le ofreció la mano, con una sonrisa suave. - Hum. - asintió devolviéndosela, y levantándose tras estrechar sus manos. - Daiki-kun... - se voltearon al escuchar ese ligero llamado. - Si sentís éso, entonces ¿Por qué...? Daiki sonrió, y pausé mis palabras. Volvió a sentarse sobre el colchón, y estiró la manta gruesa, enroscada a los pies de la cama, cubriéndome hasta el cuello. - "Si no puedes con tu enemigo, únete a él", ¿No? - acarició levemente mi rostro con la parte externa de sus dedos. La mano de Kei se posó sobre su hombro. - Vayámonos ya, Dai-chan. Daiki levantó la vista y asintió. Y con los dedos entrelazados, desaparecieron tras aquella puerta, dejando sólo el silencio en aquella habitación impregnada de olor a sudor, a lujuria.... a sexo; un aroma que odiaba. "Estoy deseando que me des una excusa para rebentarle la cara". Cerraba los ojos fuertemente. Esas palabras dichas por Takaki, una vez más, habían tomado mi sueño. Siempre que pensaba en Yamada, éstas irrumpían en mi mente, cómo recordándome que aquéllo estaba mal, que no debía siquiera rozarle en pensamientos. Encaminé mis pasos en silencio hacia el baño, para no despertar a nadie, y antes de entrar, me percaté de ese sonido. Empujé la puerta cuidadosamente y, en fecto, había alguien duchándose. - Jumping to my dream... Retrocedí un paso de inmediato al reconocer la voz de aquella persona que canturreaba dentro de la cabina de baños, pero pasados unos segundos, una fuerza extraña me impulsó a avanzar, hasta que aquel ángulo me dejó ver su figura tras la brecha de la puerta entreabierta. Mi corazón palpitó tan fuerte que temí que lo escuchara. ¿Qué estaba haciendo? Simplemente mis piernas no me respondían, se mantenían inmóviles. El agua recorriendo su espalda desnuda, bajando por sus nalgas, acariciando cada parte del cuerpo de Yamada... era una imagen casi hipnotizante. Y, cómo si hubiese notado una presencia, su rostro se volteó, y nuestros ojos chocaron. Me sobresalté, y salí corriendo de allí, dejando mi nombre repetirse en su boca un sinfín de veces. "¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza!", sentía tanta vergüenza que creía que ésta misma me mataría, ¡Dios! ¡Qué estupidez había hecho...! Sin querer choqué contra alguien. Alcé la vista. - P... Perdón... Yabu-kun, l... Lo siento, no quería... yo... - balbuceé, mientras su mirada altanera y despreciante se volcaba en mí. - Takaki, controla a tu mascota, ¿O acaso quieres que yo lo haga? Aunque sus palabras se dirigieran a quien tenía al lado, esa sonrisa maliciosa se estaba encaminando hacia mí. - ¿Y acaso tú quieres que te haga una cara nueva? Le tocas sólo cuando te lo permito, ya lo sabes. - dijo Takaki volteando el rostro del mayor hacia sí. - Yo prefiero que me dejes tocarte a ti~ - sonrió con picardía. Aproveché para reprender mis pasos, ahora más veloces, al haberme quitado la atención. - Joder, ya te he dicho que a mí nadie me va a meter nada, ¿Acaso Hikaru no te tiene satisfecho? - Sí, pero... La conversación dejó de llegar a mis oídos al entrar en mi habitación, y suspiré aliviado. Aunque lo hubiese deseado profundamente, la hora de cenar había llegado, y debía ir, puesto que, cómo solía hacer, no me había presentado a la comida, y aguantar un día entero con una simple manzana para no encontrarme con Takaki ya me había causado desmayos en otras ocasiones. Aunque esta vez, a quien quiría evitar no era a precisamente a él. Me senté en la mesa, todos habían llegado menos Yamada. "No vengas, por favor..." era lo que, bajo aquella mirada ausente y fría, en realidad se estaba pasando por mi mente. Pero mis deseos no se cumplieron. - ¡Yamada! ¿Dónde estabas? - preguntó Kento. Y pude notar, en el breve tiempo que tardó en responder, su insistente mirada sobre mí. ¿Por qué cometí esa estupidez? Si no lo hubiese hecho, ahora estaríamos igual que siempre: Yo le igonaraba y él callaba; un hiriente pero forzoso ritual. - Por ahí, haciendo poca cosa. - ¿Qué respuesta es ésa? - rió Ryutaro - Anda, siéntate. La comida siguió igual, sintiendo esa mirada en mí, pero de alguna forma me agradaba. Quería, en el fondo, que lo hiciese. Porque ése era el único contacto que podíamos tener. Terminé por fin de comer, y me levanté, para cruzar la puerta del comedor. - ¿Adónde vas, Yamada? Todavía no has acabado. La voz de Fuma me alarmó, lo sabía, Yamada no se reprimiría, no después de descubrirme esta mañana. "¡No! ¿Qué haces, idiota?", le reñí en mis adentros. Miré hacia ambos lados y opté por apresurarme pasillo arriba, entrando en una de las habitaciones. Escuché sus pasos chocar con prisas contra el suelo, aminorándose en el final. - Mierda... - se quejó en un susurro. Pasados segundos de silencio incliné la cabeza, logrando ver cómo su espalda rendida volvía a dirigirse hacia el comedor. Suspiré. ¿Por qué, en mis adentros, deseaba que me hubiese encontrado? Ahora mismo, si lo hubiese hecho, ¿Podría volver a besarle? - ¿Chinen-kun...? Volteé mi mirada de inmediato al escuchar mi nombre. - Shin... ¡¿Shintaro?! Miré a mi alrededor; cómo sospechaba: Era su cuarto. - Yo... ya me iba. - dije con prisas, torpemente. - ¿Ése que te perseguía era Yamada-kun? Me volteé de nuevo hacia su figura sentada sobre esa cama. - S... Sí. - Hum... - dijo pensativo. - Ne, Chinen, siéntate. - Ahora no, Shintaro. - volví a voltearme, posando mi mano en el pomo de la puerta. - Por favor... sólo un poco, y luego te vas, te lo prometo... Volví a mirarle, y no pude oponerme a esa voz débil y tan dulce. - Si tu hermano te ve conmigo te reñirá. - No me hables de mi hermano... Es un baka. - ¿Os habéis vuelto a pelear? - caminé hacia la cama, sentándome en el borde. Shintaro asintió levemente, concemtrándose en el movimiento de sus dedos entrecruzándose de distintas formas. - Es que... ¡Yo ya no soy un bebé! Y él no quiere entender éso y... ¡Argh! No lo aguanto. - Deberías ponerte en su lugar, ne. Él sólo quiere protegerte. - ¿Protegerme? - Hum, protegerte. Shintaro me miró pensativo durante un par de segundos en los que pensé seriamente qué se estaría pasando por aquella cabeza, hasta que terminó de desconcertarme al lanzar esa risita. - Chinen-kun... cómo has cambiado - siguió riendo. - se nota que quieres mucho a Yamada-kun. Enrojecí al instante, ¡¿Qué cambio de tema era ése?! Además... Además... ¡Argh! ¡Qué vergüenza! - Antes te hubieras ido sin importar qué vocecita te pusiera. - siguió carcajeándose. - ¡Eres un maquinador! - reí, incrédulo. - Es una característica que suelen tener los hermanos pequeños. - me levantó su dedo pulgar, guiñándome el ojo. - Demo ne, gracias, si lo miro de su lado... Nii-chan sólo se preocupa. - dijo más alegre, sonriendo con la mirada alzada. Sonreí inconscientemente, y al mirarme, su sonrisa se hizo más grande. Caí tumbado sobre el colchón al no aguantar mi cuerpo el impulso del repentino abrazo de Shintaro. - ¡Chinen-kun, me gusta esta faceta tuya! - tomó distancia aguantándose con sus manos a cada lado de mi cuerpo. - Definitivamente Chinen-kun es más kawaii sonriendo. - Bravo. La habitación se llenó de unas fuertes e insistentes palmadas. Me incorporé, quedando nuevamente sentado. Sentí las manos de Shintaro agarrar la tela de la camisa sobre mi pecho, y miré hacia la puerta, de dónde provenía aquella voz. - Que escena tan tierna... Sus pasos se acercaron a la cama, y retiró las manos de sus bolsillos traseros para encorvarse hacia nosotros y coger con una de ellas la barbilla del pequeño. - ¿Se puede saber quién te ha dado permiso para acercarte tanto a mi conejito? - decía mientras que, con la que tenía libre, apartaba las temblorosas manos del menor de mi pecho. - Takaki-kun, dé... déjale, e... es un niño, sól... - me apresuré en decir. - ¡Cállate! - voceó, volteándose brevemente a hacia mí para luego volver a mirarle. - ¿Eres un niño? Éso no es lo que yo tengo entendido, Shin-chan. - pronunció ese diminutivo de su nombre con sarcasmo. - ¿Dónde está Nii-chan? Los ojos de Shintaro no sabían dónde posarse sobre el rostro de aquel ser, tenía miedo, lo podía percibir. Takaki suprimió lentamente la cercanía entre ellos, ante mis ojos pasmados. - ¡No...! - salió débilmente de los labios de Shintaro, casi inintelegible por haber apretado la mandídibula a la par que cerraba los ojos y se apartaba levemente. Takaki se alejó, sonriente ante aquella, para él, interesante reacción y desechó la idea de hacer contacto entre sus labios. - Takaki-kun, déja.. déjale... yo... haré lo que quieras, pero... - Argh... Que te calles de una puta vez, ¡Haré lo que me plazca, ¿Entendido?! - soltó irritado. Agaché la cabeza, escuchando cómo un leve llanto comenzó a oírse de fondo. Takaki arrastró una silla que se encontraba al lado de la cama y se sentó, cruzando las piernas. "No. Por favor, ¡No!", grité en mi interior al percibir uno de sus característicos hábitos antes de..., Antes de... - Tu amiguito está llorando, consuélale. - ¿Eh? - alcé la mirada. - Me estás poniendo de los nervios hoy, en serio, mira. - se levantó y cogió con brusquedad mis manos, colocándolas sobre la camisa de Shintaro. - continúa, ¿O se te ha olvidado cómo desabotonar camisas? Tragué saliva, mis manos empezaron a temblar ¿Desde cuando temblaba por este simple hecho? Yo ya estaba acostumbrado, pero él... Shintaro no. No quería pagarle toda esa amabilidad que ciegamente me había regalado de esta manera. Empezé a desabotonársela. - Chinen-kun... Ignoré aquella ténue voz que apenas lograba llegar a mis oídos. - ¿No me harás nada, verdad? - cerré los ojos, e intenté dominar ese nudo que amenazaba con liberar lágrimas. - Chinen-kun... - insistía, pero seguía sin responderle. La camisa se deslizó por sus brazos, y me acerqué a su oído, ladeando el rostro al lado contrario al que se encontraba Takaki. - Perdóname. - susurré sin que el mayor se percatara y sentí cómo su cuerpo se tensó. Mi boca se encontró con la piel tersa de su cuello, y, aunque tratase de ser delicado, su llanto aumentó al hacerlo. - No... Por favor... Detente. - Aunque se lo pidas no lo hará. - rió Takaki. - Es mío, sólo me obedece a mí; cómo las mascotas. Descendí hasta aquel pecho pálido y tan pequeño, capturando en mi boca un delicado botón rosado. - Ah..., no... Bajé con mis labios, abriendo esa cremallera con la máxima lentitud posible, quería aplazar al máximo aquéllo. Me sentía tan repugnante, todo en mí era asqueroso. Los sollozos de Shintaro entraban en mis oídos cómo si de una represalia se tratase. Pero no me movía, no hacía nada, porque en el fondo, yo no era más fuerte que aquel asustado chiquillo. Aprehendí con los labios ese pequeño y todavía flácido bulto que se notaba bajo su ropa interior, y comencé a pasar mi lengua sobre éste, percibiendo cómo cambiaba de estado, cómo se despertaba. - ¿Seguro que quieres que pare? Yo diría que no. - comentó esa asquerosa voz mirando la entrepierna del menor. Empujé sus hombros, obligándole a tumbarse. - ¡N... No! - hizo andemán en volver a incorporarse. - ¡Tsk! - bufó Takaki, levantándose de aquella silla. Lancé una mirada alarmante a Shintaro y esta vez no sólo le empujé, sino que le obligué a estarse en aquella posición. Takaki volvió a sentarse. Suspiré aliviado. Estiré del borde de su bermuda, junto a los boxers, quitándoselos. - Nii-chan... - miré a sus ojos bajo los míos, que se dirigían a algún punto del techo, mientras me acomodaba entre sus piernas. Las lágrimas caían a cada lado de su rostro mientras sus labios llamaban inaudiblemente a su hermano, de nuevo aquel nudo me exprimía, no debía llorar... a Takaki le enfadaba que llorase. - Nii-chan... - volví a escuchar. ¿Acaso ésto me convertiría en alguien tan despreciable cómo él? Por que, al fin y al cabo, ¿No estaba haciendo lo mismo? Justo y cuando pensaba que no podía estar más sucio, aquel ser lograba dar con la forma de atormentarme más. Pero no tenía otra opción... a fin de cuentas... le pertenecía. Limpié con mis pulgares esa humedad en el rostro del pequeño; éso era lo único que podía hacer. Su mirada se posó en mí. - Chinen-kun... - me acerqué para que sus susurros se hicieran más audibles.- Nii-chan nunca ha hecho nada más que tocarme, ¿E... Entiendes? Le miré, incrédulo. - Él... "me protegía". - su sonrisa triste rompió cada pedazo de mi ser. Paré en seco. ¿Acaso era ésto de lo que habíamos hablado antes? No, de ninguna manera. Ésto era demasiado, ¡No! Me incorporé. - ¿Qué haces? ¡Continúa! - alzó Takaki la voz, sin embargo seguí cabizbajo. No podía hacerlo. - ¿Vas a hacer que me levante? Me puse de pie antes que él lo hiciera y me subí a su regazo, ante su mirada desconcertada empecé a besar su cuello con devoción. - ¿Qué coño haces? - Takaki-kun... Es virgen. No me obligues a hacerle tanto daño... Te lo ruego... Por favor... - dije sin parar de darle aquellos besos húmedos, mezclados con leves mordidas y succiones recorriendo su cuello. Escuché cómo unos pasos resonaban con rapidez sobre aquel suelo, y alcé la mirada logrando ver a Shintaro cerrando la puerta por la cual había salido. Takaki me separó de él de los hombros y una fuerte bofetada estalló contra mi mejilla. Palpé la zona sin atreverme a mover mi rostro ladeado de su posición, notando cómo palpitaba en dolor y cómo las lagrimas ennublecían mi vista. - ¡Por tu culpa se ha escapado! - vociferó, cogiéndome de la muñeca para que saliese de encima suyo y poder levantarse, arrojándome del mismo agarre a la cama. Y a pesar de esos golpes impactando sobre mi cuerpo encogido, no oponía resistencia; aquéllo, de alguna forma, era mi castigo... por ser ésa persona tan despreciable. Pasos lentos y pesados se arrastraban por la tierra, el aire gélido balanceaba mis cabellos junto a esa camisa abierta, mientras notaba cómo el olor a tierra mojada envolvía con su suave sensación cada sentido de mi cuerpo. Tosí una vez más. Mi estómago retumbó en dolor. La luz de la noche apenas lograba iluminar el camino en forma de semicírculo en el que constaba aquel jardín. Caminaba, sin pensar en nada, sin mostrar ningún tipo de expresión, tan sólo... Sentía la necesidad de ir allí. Mi manos adoloridas de ya tan congeladas se posaron sobre la manilla de la puerta. La abrí y ésta misma se cerró a la par que mis rodillas se clavaron en el suelo. Miré mis manos, reproduciendo nuevamente la imagen de su cuerpo temblar bajo aquella camisa de la que le despojaba con lentitud. Despreciable. Repugnante. Asqueroso. Depravado. Repulsivo. Nauseabundo. Vomitivo. Todo había dejado de cobrar sentido: Mis pensamientos habían decidido abandonarme, seguramente al percatarse de mi absurda existencia. Me encontraba en un estado de ausencia total, cayendo por aquel abismo eterno, cómo en ese sueño; sin gritar, sin oponerme... Pues ya no me quedaba nada, ya nada era mío... ni mi mente... ni mi cuerpo. Ni siquiera... me quedaban lágrimas. Quería morir. ¿Si desaparecía de este mundo, alguien me echaría en falta? Vivir... Era demasiado doloroso. - ¿Chinen? Escuché el intenso latido que abatió mi corazón. Y me percaté: La puerta había estado abierta. Levanté la vista, y su silueta dibujada sobre la oscuridad me hizo enderezarme, retrocediendo lo que el recostarme en esa puerta me permitía. Aquella persona que se acercaba a pasos lentos a mí, ¿Era real? La intensidad de aquéllo que me producía su presencia era tal que tal vez mis ojos estuviesen engañándome. Pero no. - Chinen... - volvió a decir mi nombre. ¿Era sólo su voz la que hacía que se me erizase la piel al llamarme? Su mano se acercó a mi dañada mejilla derecha, percatándose de su estado. Una expresión apenada frunció su ceño, y antes de que la alcanzara cerré los ojos instintivamente, preparándome para sentir un roce punzante. Sin embargo no llegó. Abrí los ojos lentamente y vi cómo la retrocedía con lentitud. - ¿Qué haces con la camisa abierta? Estamos bajo cero. - dijo con una leve sonrisa que no consiguió borrar su anterior expresión, sólo mezclarse extrañamente con ésta, mientras las llevaba al comienzo de los botones, comenzando a cerrármela. Contemplé su rostro concentrado en lo que hacía, sintiendo cómo todo mi cuerpo gritaba su nombre, sintiendo nuevamente un tibio rubor en mis mejillas. Un escalofrío me hizo vibrar, al notar cómo cerraba la bragueta de mi pantalón, recordándome la repugnancia en cada centímetro de mi piel. No me merecía estar con ésa persona, no quería que sufriese por alguien como yo. Hice un esfuerzo sobrehumano para llevar mi mano hasta la manilla de la puerta, sin embargo la mantuve inmóvil, incapaz de hacerlo; deseaba demasiado estar a su lado, abrazarle, besarle, llorar y dejar que sus caricias me agasajaran... Sin embargo si no me retiraba a tiempo sólo le haría sufrir más, y éso era lo que menos quería, no quería ser el desencadenante de ningún daño a aquel ser, no por mí. Miró mi mano. - No te vayas, afuera... hace frío. Esa insignificancia fue suficiente excusa como para hacer que resbalara aquella mano lentamente, deshechando la idea de irme, todavía sin ser capaz de despegar mis ojos de su figura. - ¿Te duele? - dijo pasando con esmero el dorso de los dedos en mi mejilla, casi sin rozarla. - No pasa nada... me lo merezco. - sonreí con amargura mientras tocaba con el dedo la herida todavía palpitante que tenía en la comisura de los labios. - No digas éso, Chinen... Unos cálidos brazos rodearon mi cuerpo, y, contrariamente a lo que me esperaba, la intensidad de aquel agarre no me dolió, sólo me llenó de aquéllo que tanto había añorado: De Yamada. - Perdóname... - su voz se quebró en medio de aquel susurro hiriente - Quiero protegerte, Chinen... Quiero hacerlo pero no sé cómo... - entró en un angustioso tono por mis oídos. - Yamada... No me toques... estoy sucio. - ¡No vuelvas a decir éso! - alzó el tono con un matiz firme, cogiéndome los hombros mientras su mirada vidriada se inundaba. Miré sus lágrimas caer, una tras ótra... Mi corazón se exprimió, y, sin previo aviso, una repentina humedad comenzó a descender por mis mejillas también. Apoyé mi rostro en su hombro, cerrando los ojos con fuerza. - Yamada, si desapareciera... ¿Tú me echarías de menos? Volví a alzar la mirada hacia él, avistando un semblante desconcertado. - ¿Qué... estás diciendo? ¡¿Qué dices, Chinen?! - volvió a cogerme de los hombros, esta vez zarandeándome con insistencia. - ¡Tú no desaparecerás, ¿Me oyes?! ¡No lo permitiré! - Gracias. Abracé repentinamente su torso. - ¿Por qué eres así conmigo? ¿Por qué cada palabra que sale de tu boca me descoloca? ¿Por qué no consigo alejarme de ti? ¿Por q...? - Tonto... Un dedo levantó mi rostro, y vi sus ojos brillar bajo esa mirada serena y embriagante, con vestigios de aquellas saladas gotas. - Todas esas preguntas tienen una misma respuesta, ¿No es obvio? - sonrió con levedad, todavía sin deshacerse del todo de aquella tristeza en su rostro. - Porque yo te amo; porque tú me amas. No hice ningún esfuerzo por detener aquellos labios que avanzaban hacia los míos, terminando su recorrido en ese dulce contacto. Tomé aire; intentando apaciguar mi interior entre tantas sensaciones revoloteando en mis adentros. Sus labios se entreabrieron y volvieron a cerrarse sobre los míos; una caricia tan placentera que deseaba que lo hiciese una y otra vez. Mis manos subieron con lentitud hasta su espalda, rodeando sin permiso su torso, para luego sentir cómo él también me envolvía en tan cálido contacto. Entreabrí los ojos y los volví a cerrar: Sí, aquéllo estaba ocurriendo de verdad. Noté su lengua queriendo adentrarse en mi cavidad. Abrí más la boca, y, a la par que aquel remolino eléctrico vibró en mi interior, esa parte de él envolvió a la mía, acariciándola con la suma lentitud en la que aquel beso se desenvolvía. Mi alma se fundía con calma en brazos de ese Yamada que tanto había deseado volver a sentir, ese mismo ser que, segundos después de pensar en morir, conseguía que parte de mí lo hiciera sobre aquellos labios. - Yamada, sólo por ésta noche... ¿Podrías hacerme olvidarlo todo? Me abrazaba; le abrazaba. En medio de la oscuridad lo único realmente vislumbrable eran nuestros sentimientos: Ardientes, sinceros, tan palpitantes que parecían querer tomar forma física. ------------------------------------------------------- Pobres ._. Les maltrato xD ¿Por qué he hecho a Takaki tan pervertido? luego me da vergüenza leer mis lemons xD con las cosas que dice... xDD es cómo kyaaa ¡¿Yo he escrito ésto?! XD Gracias por leer nee~~ x3 Si comentáis haré el pino con el dedo meñique de la mano izquierda O3O (cofcofestástúquepuedehacerésocofcof) Bah, no me hagáis caso, que ya tengo mucho sueño. Oyasuminasai~~~