lunes, 21 de marzo de 2011

amame [ cap 6







capitulo VI


Aun sumido en esta solitaria y abrumadora obscuridad sigo pensando en tí, no se qué este pasado con mi cuerpo y a la vez ni me interesa pues me siento tan tranquilo aquí que me gustaría no regresar , tal vez así este dolor que recorre mi pecho deje de hacer estragos dentro de mí.

-¿Cómo es que llegamos a esto?... ¿cómo es que hemos llegado a este momento?... ¿Cuándo fue que ambos cambiamos hasta convertirnos en personas totalmente diferentes a lo que una vez fuimos? - no quiero ni pretendo poder cambiar el pasado pues no me arrepiento de nada, sólo quiero respuestas, esas escurridizas respuestas que se escapan de mí cada vez que intento alcanzarlas. Quisiera que me contestaras tantas cosas, como - ¿quién te lastimó tanto como para ya no creer en el amor? ¿Qué te hizo cambiar así? ¿Por qué aún si no sientes amor como el que yo te profeso sigues conmigo? Y la pregunta más importante ¿Qué sientes por mí? ¿Amor, compasión, lujuria, lástima? ¿O de verdad sólo soy un juguete para ti? quisiera no seguir pensando pero es lo único que me queda ya.

Recuerdo cuando las circunstancias nos cruzaron por el mismo camino, creo que jamás olvidaré ese día pues fue el inicio de mi vida junto a ti y lo que comenzó como un juego hoy ha terminado en esto.

Aun en cuando me sigo preguntando por qué llorabas esa noche en que te conocí, estabas sollozando a las afueras de una casa con la cabeza completamente sumida entre tus brazos, creo que esa fue, si no mal recuerdo, la primera y única que vez que te vi derramar lágrimas por alguien, bueno, eso supongo pues nunca quisiste develarme la razón de tu dolor, siempre me la ocultaste como tu mas preciado tesoro. Esa noche te ignoré por completo, pues no me interesaste lo suficiente, así que pasé de largo sin detenerme siquiera a preguntarte si estabas bien, sencillamente no era ese tipo de persona. Seguí mi recorrido hasta que escuché unos pasos acercarse a mí y por instinto voltee a ver de quien se trataba, pasaste a mi lado corriendo aun con los ojos llenos de lágrimas y con la mirada perdida, no puedo describir a ciencia cierta cuál fue la sensación que sentí al verte, pero pudiera decir que me inspiraste compasión, nada más que pura compasión, quién diría que los papeles se invertirían con el correr del tiempo.

Después de eso no te volví a ver hasta pasadas unas semanas cuando entrando a un café estabas platicando con unos chicos muy amenamente, te seguí con la mirada unos segundos hasta llegar a mi asiento y de ahí te perdí de vista o simplemente me olvide de tú existencia.

- ¿Está libre este asiento? – preguntaste al tiempo que tomabas el lugar.

- Reservado solo para ti – respondí volviendo a mi lectura.

- ¿De por sí eres tan serio?- alcé la mirada para mirarte pues de verdad que me estabas irritando, no sé por qué sentí eso, pero quería que te fueras de inmediato.

- ¡No! Sólo lo soy con personas desconocidas-

- Mmm ¿en serio?, que mal –

- ¿Qué es lo…?- intente decir pero me callaste con otra pregunta.

- ¿nos conocemos?- me interrogaste mirándome a los ojos como examinándome.

- ¿ehh?- respondí casi de inmediato – ¿que no ves que no? - te contesté molesto pero tú solo sonreíste pícaramente –

- Por eso te pregunto ¿nos conocemos?- (via-chan, no me resistí a poner tu chiste es que me encanta jeje) no pude negar que ese chiste me hizo cambiar mí percepción de ti pues reí como loco y cuando menos lo pensé ya estábamos entrados en plática como si fuéramos viejos amigos que se reencuentran después de no verse en mucho tiempo.


Después de ese día seguimos frecuentándonos y supe tantas cosas de ti, tanto buenas como malas, tus gustos, tu comida favorita, la película que te llegó al corazón, el primer beso que diste, tu color, grupo favorito, curiosidades en la escuela, travesuras y descubrí por casualidad que amabas la música en especial el sonido del piano, me sorprendía como te apasionaba ese tema pues podías hablar sin para y a mí me encantaba verte sonreír pues esos ojos me alegraban la vida.

No diré que me enamore de ti de inmediato pues mentiría, ya que en mi corazón había otra persona y aunque no me correspondía aún tenia la esperanza de que llegaría a ser así, pero de lo que no tenia duda era que me sentía muy bien contigo y en especial ese día en que todo comenzó.

No recuerdo la fecha exacta y podría decirse que no importa del todo, sólo se que ese día llegaste a mi apartamento completamente ebrio, pude notar en tu rostro al abrirte la puerta que estabas sufriendo, pero no quise preguntar y te hice pasar de inmediato, caíste sobre el sillón sin decir nada, tu mirada parecía extraviada en un lugar lejano en el que yo no podía accesar y de verdad me sentía impotente. Recargaste tu cabeza en el respaldo y te sumiste en un profundo sueño, las horas pasaron y tú estabas tan tranquilo que no quise molestarte y te coloqué una frazada para que durmieras en paz.

Fui a mí habitación dejando aun lado tu extraño comportamiento, tal vez mañana quisieras platicar cuando estuvieras más tranquilo así que dándote la última ojeada me encerré en mi cuarto.

El tiempo pasó despacio y yo sumido en mis cosas no note que estabas parado al otro lado de mi puerta.

- Daiki- susurraste mi nombre dando unos ligeros golpes en la puerta.


- Aquí estoy – te respondí abriendo de inmediato. Tu cara había cambiado y se te veía un poco mejor.

- ¿Qué pasó Inoo-kun?- te pregunté al tiempo que te hacia pasar.

- Ya me voy- contestaste mirando al suelo, como apenado.

- ¿Pero por qué?-

- Ya te cause muchas molestias-

- Oh, no te preocupes no eres ninguna molestia- conteste desordenándote el cabello.
Te me quedaste viendo con esos ojos almendrados que me encantan, y no sé cómo fue que ocurrió pero te abalanzaste sobre de mi empujándome contra la pared y comenzaste a besarme con desesperación. “Por qué será que nunca puedo resistirme a ti, desde entonces ya influías en mí”. Por un instante me quedé pasmado e intenté repelerte a empujones, pero te presaste a mi cuerpo como una garrapata y succionabas mis labios como queriendo sacarme hasta la última gota y no me soltaste hasta dejarlos rojos como una gota de sangre. Te separaste un poco y yo aproveché para tomar una bocanada de aire y sólo vi como te relamías los labios para volver a aprisionar los míos al tiempo que tomabas mis manos y las ponías sobre mi cabeza, eso hizo que nuestros cuerpos se juntaran más.

El frenesí de tus besos por todo mi cuello me estaban volviendo loco, no podía decir nada pues tus caricias me habían dejado tonto “y de verdad que lo fui”, sólo me dejé llevar por esa excitante sensación que palpitaba en mi miembro. Soltaste mis manos y las tuyas las encaminaste por debajo de mi ropa ese contacto hizo que mi piel se erizara y lanzara pequeños gemidos en tu boca.

Seguiste tocando mi piel con esas delicadas manos que estremecen todo mi ser, tus besos seguían sacándome suspiros lujuriosos y mi cuerpo cada vez pedía más y más pasión. Eres tan perceptivo que te diste cuenta que mi cuerpo está al borde del éxtasis y sensualmente comenzaste a sacarme la camisa desabrochando botón por botón dándome besos por todo el pecho, tu saliva me quemaba como cera caliente y la excitación crecía a cada palmo en que deslizabas tus ágiles manos por mi entrepierna.

- ¡¡Santo cielo!! – exclamé cuando por la tela le propinaste a mi miembro un mordisco haciendo que poco a poco éste se pusiera duro. Una sonrisa pícara se dibujó en tu rostro y al igual sonreí.

Desabrochaste el cinto y lo sacaste como cuando desenvainas una espada y lo pasaste por mi cuello atrayéndolo en un beso, aun pegados seguiste desabrochando mi pantalón y al cabo de un rato ya estaba en el suelo estorbando.

Al darme cuenta que yo ya casi estaba desnudo, comencé a hacer mi labor y te despojé de tu playera y al poco tiempo ya estabas completamente desnudo.

-No es justo- dijiste haciendo un puchero y nuevamente con esa sonrisa pícara fuiste descendiendo por mi pecho hasta quedar justo enfrente de mi miembro aun cubierto por la tela, subiste un poco y comenzaste a bajar mi bóxer con tus dientes, la parte de atrás del bóxer no se movió pero la de adelante descendió hasta mostrar sólo mi miembro semi despierto, al tener aquella vista con tus manos delineabas mi escroto mientras que con tu lengua lamias toda la extensión de mí órgano ¡¡INOO!!– gemí lo mas fuerte que mis cuerdas vocales me dieron y recargué mi espalda al sentir esa boca tuya chupar de arriba a bajo mí miembro, busque en la pared desnuda algo con que aferrarme pues las oleadas de placer que estaba experimentando hacían que quisiera salir de ahí, pero la única cosa de la que me pude afianzar fue de tú cabeza, me distraje de ese placer enloquecedor jugando con tus cabellos enredando cada dedo en ellos. Por reflejo mis caderas se comenzaron a mover al compas de tus succiones atrayendo con mis manos tu cabeza, podía sentir como mi miembro penetraba hasta tu garganta y tu lengua juguetona me brindaba mas delicia al lamer toda la extensión de ese pedazo de carne que estaba al límite.

- Inoo- gritaba tu nombre con desesperación pues sentía que solo así podía calmar esta calentura que recorría como oleadas mi cuerpo haciendo que diminutas gotas de sudor se formaran, de verdad que no podía acallar mi boca, quería sentir más, quería que de una vez por todas terminaras con el trabajo y pareció que leías mi mente pues de un movimiento me acostaste sobre el suelo frio y posicionando tu miembro que al igual que el mío estaban tan duros y excitados que dolían, colocaste mí pierna izquierda sobre tu hombro mientras que la derecha quedó debajo de ti, posicionaste en mí entrada tu miembro y de una escotada entraste arrasando con mi carne en el proceso, te quedaste quieto y me proporcionaste un beso tan cálido y reconfortante que el dolor punzante que estaba sintiendo comenzó a disminuir, tus caderas comenzaron a moverse aun compas pausado y delicioso, mentiría si dijera que todo era placer pues el dolor de ser invadido se mezclaba con el goce de tenerte dentro, quería que me dieras más fuerte así que otra vez moví mis caderas y el golpe y la penetración eran mas profundas.

-¡ahhh! ¡Inoo! ¡Inoo!- gemía tú nombre a cada vaivén, sabia que el clímax estaba cerca y quería disfrutarlo con tu cuerpo fundido con el mío, así que baje mi pierna y tú de inmediato te recostaste sobre de mí y seguiste con las embestidas, una, dos, tres, y a la cuarta esa esencia maravillosa inundo mi ser al igual que la mía se derramó sobre los dos.

Nuestros cuerpos completamente agotados dejaron de moverse, nuestras respiraciones se hacían cada vez mas regulares y ambos seguíamos sin decir nada.

- ¿Qué fue esto?- te dije aun conmocionado mirándote directamente a los ojos.

- Se llama sexo- me respondiste con sarcasmo, me dolió un poco esa manera de decirlo pues no estaba acostumbrado a tú forma brusca de ser, pero al ver tu error te arrojaste a mis brazos y me dedicaste un beso dulce.

- Esto no significa nada- te dije cuando ambos nos levantamos del suelo.

- Ya lo se, fue un arrebato yo tengo a alguien más, disculpa por hacerte esto, -

Sonreí ante tu cometario – si no hubiera querido, me habría negado –


- Me parece – contestaste mas tranquilo.

- Aunque déjame decirte que me encanto como lo haces – ligeramente te sonrojaste.

- A mí me gustaría que se repitiera- dijiste acercándote a mis labios.

- A mí igual - conteste acercándome otro poco.

- Hay que hacerlo sin ningún compromiso- dijiste dándome un beso - solo puro sexo y nada más-


Sonreí contento pues ese placer que me habías brindado lo volvería a sentir y sin ningún tipo de atadura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario