sábado, 19 de marzo de 2011

kimi wo mamoru tame ni [ cap 5]







Konbanchiwa~~ (cómo diría Yamapi xD)

Gracias por vuestros comentarios, ¡Son amor!

No sé si ha sido bueno o malo que mi madre me quitara el iPad estos días, porque gracias a éso habrá un capítulo más en el fic xD especialmente el siguiente - aunque para lo que va a ocurrir no creo que sea bueno... XD - bé, da igual :3

Siento la espera por un capi tan corto y además con el final - cómo se diría por aquí - hecho a boleo xD ( ¿para qué mentir? XD) Es que en teoría el final de éste sería el del siguiente, pero cómo le he puesto una cosa en medio... anjsb%yxb:@euc¡ex! Da igual, yo me entiendo, ale, ahí está, espero que os guste xD



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Kimi wo Mamoru Tame ni
[Por Protegerte]

Capítulo 5


Boku wa Yaru no Nani ga Dame no ka na?
[¿Por qué yo no puedo hacerlo?]



- ¡Ken-chan! Par... ¡No más! Dente.. ¡Dentente! - decía retorciéndose sobre la cama. - ¡No más cosquillas, Ken-chan! - apenas podía pronunciar entre carcajadas, mientras Kento pasaba las manos hábilmente por los costados de su torso.
- Parecen dos críos. - reí, mirando la escena sentado en el borde de la cama de enfrente.
- Están en la etapa tontita de la relación, déjalos. - sonrió sin despegar la vista a lo que sostenían sus manos, tumbado boca abajo tras de mí. - ¿Éste quién es? - hizo que mi vista se dirigiera hacia una viñeta del manga que le había prestado.

Sonreí. Ryutaro, a pesar de ser menor que yo, a veces me sorprendía con esas palabras tan impropias para alguien de su edad.

Antes de poder contestar, la puerta se abrió, dejando pasar a un alterado, -mejor dicho-: alteradísimo Shintaro.

Su hermano, al verlo, se incorporó de inmediato, asustado.

El pequeño se dirigió a paso rápido hacia Ryutaro, para susurrarle algo al oído. El mayor se dejó llevar por el agarre con el que lo empezó a estirar de la manga de su camisa hacia la salida.

Todos miraban con curiosidad la escena, sin embargo fue únicamente a mí a quien los ojos de Shintaro, al pasar delante mío, me advirtieron que viniese.

Nos apresuramos en llegar al final del pasillo, y nada más acercarnos lo escuchamos.

- ¡Contesta! ¡Te estoy preguntando que si te gustó!

Un gran barullo sonaba tras aquella puerta, sonidos de golpes y sollozos, sonidos que dañaban al escuchar.

Shintaro se acuclillo, tapándose los oídos mientras esas lágrimas comenzaban a descender de sus ojos.

Mi puño se cerró con una fuerza que consiguió mover mis pasos, ignorando sus figuras inmóviles. Tan sólo llegué a posar la mano sobre la superfície fría del pomo de la puerta; de inmediato sentí que me estiraban.

- ¡¿Qué crees que haces?! - se esforzó en no alzar la voz Ryutaro.
-¡Es obvio, entraré ahí y mataré a ese cabrón! - di un paso adelante pero él interpuso su cuerpo en medio. - ¡Quítate, le mataré!

Sus manos agarraron con fuerza las solapas de mi chaqueta, y sentí el golpe seco de mi espalda al clavarse contra la pared.

- ¡¿Qué mierdas estás diciendo?! ¿Matarle? ¡Yamada, despierta! ¡La realidad es mucho más dura que ese cuento de la doncella en apuros! ¡Si entras ahí puede que no se quede en una simple paliza, ¿Me entiendes? ¡Cuando se cabrea ese monstruo no mide fuerzas!
- ¡¿Y qué quieres que haga?! - intenté que me soltase, pero sólo hice que me cogiése más fuertemente como precaución. - ¡Déjame! ¡Le va a matar! - mi voz se quebró y sentí cómo lágrimas de impotencia venían a mí.
- ¡¿Es que no lo entiendes?! ¡Sólo harás que él sufra más! ¡Todo lo que está pasando es en relación a ti! ¡Cuando no estabas aquí había un equilibrio, Yamada! ¡Lo estás rompiendo y éso causa grandes daños!
- ¡Le mataré, le mataré! ¡Suéltame!- empecé moverme frenéticamente.
- ¡¿Quieres parar de decir gilipolleces?! - gritó, zarandeándome fuertemente y me callé.- ¿Sabes lo que implica matar a alguien? ¡¿Sabes el cargo de consciencia que arrastrarás en toda tu vida?! - me zarandeó.
- ¡¿Y acaso tú sí?! - solté fútilmente, ya sin esperanzas de deshacerme de ese agarre.
- ¡Por supuesto!

Aquel tono firme, seguro y severo entró por mis oídos cómo una ráfaga de frío viento, congelándome.

- Nii-chan... es suficiente.

La mano de Shintaro se posó con delicadeza sobre la de su hermano, tensa por el fuerte agarre a mi chaqueta, y al instante ésta se relajó, soltándome lentamente.

- Es suficiente... - repitió con aquella voz que acalmaría a cualquier bestia, ayudándole a retirar la ótra mientras esos ojos llenos de angustia y restos de lágrimas le miraban.

Se interpuso en el corto espacio entre nosotros, sin alejar su vista de él, amansándole. Rodeó su torso, abrazando a su hermano con aquella dulzura que emanaba de cada delicado movimiento. Volví a mirar a Ryutaro, y su vista evitó a la mía, descendiendo a medida que envolvía al pequeño entre sus brazos.

El ruido del interior se había reducido a un leve llanto, sobresaltándome y recordándome lo que tenía que hacer. Me encaminé hacia aquella puerta dejando esa escena atrás, y entonces escuché unos pasos acercándose y vi cómo ésta se abría con algo de brusquedad.

Sus ojos se clavaron en los míos y no pude evitar retroceder inconscientemente un paso.

- Vaya, vaya... ¿A quién tenemos aquí?

Tras esa puerta entreabierta, la silueta de Chinen tirado en el suelo, acompañando con su cuerpo el ritmo de los sollozos, llamó a mis ojos inmediatamente.

Takaki se percató de éso.

- Cómo ves; llegas tarde a salvar a la princesita.
- ¡Eres un monstruo! ¡¿Qué le has hecho?!

Un puño se hundió súbitamente en mi estómago, curvando mi cuerpo y haciendo que tosiese tras rodear con los brazos mi vientre.

Takaki se inclinó, acercándose tanto que sentí su respiración sobre mi oído.

- Yo no le he hecho nada, todo lo que ves lo has causado tú. - susurró, removiéndome el estómago.

¿Yo...? ¡Fueron sus golpes, no los míos lo que dejaron a ese Chinen en el suelo!

Sentí su mano cogerme de la quijada alzándome el rostro hacia él.

- Espero que con todo ésto hayas aprendido a no volver a tener la osadía de tocar algo de mi propiedad.

Sonreía, ¡Ese tipo sonreía mientras decía esas asquerosas palabras!

- ¡Él no es tuyo! - con un movimiento seco hice que me soltara el rostro, enderezándome.
- ¿Ah, no? - soltó una risita, incorporándose también para luego acomodar las manos en los bolsillos traseros de sus vaqueros. - Sería interesante ver qué cara pones al preguntárselo a él, pero ahora debo irme, una pena, me perderé la divertida escena que ocurrirá cuando entres ahí dentro.

¿Escena? No entendía nada.

- Venga, chicos. Vamos. - dijo volteándose.

De la habitación salieron aquellos cuatro con quien siempre andaba, y comenzaron a caminar hacia el jardín, seguramente saltarían la puerta trasera para escaparse como, sabía, era una de sus actividades habituales.

Volteé mi rostro inmediatamente; la imagen de Chinen, intentando aguantar el peso sobre sus temblorosos brazos para levantarse mientras de su garganta salía un llanto mezclado con esa insistente tos, hizo que mi cuerpo vibrara en cólera y dio velocidad para que mis pasos me llevaran hasta él.

- ¡No te acerques!

Mi detuve bruscamente.

No pude evitar fijarme en su magullado cuerpo, en la comisura derecha de sus labios marcando una herida - seguramente causada por lo mismo que enrojeció esa mejilla-, en sus brazos que dibujaban marcas del agarre de Takaki...

- ¡Que te vayas te digo! - tosió, aguantándose con la mano el estómago, que al parecer había forzado su delicado estado para gritarme aquéllo.

Su expresión adolorida me hizo pensar que en aquella zona había recibido una buena parte de lo que se había escuchado desde fuera.

Le hice caso omiso y di un paso.

- N... ¡No te acerques! - resbaló su cuerpo sentado el suelo, alejándose de mí.

Sus ojos... ¿Me miraban con temor?

Entonces lo entendí todo; comprendí lo que todos intentaban decirme: Era mi culpa, todo aquéllo estaba pasando por mi culpa. Yo... No podía protegerle, no podía sacarle de aquel suplicio, ni siquiera servirle de apoyo.

Porque mi simple presencia a su lado le dañaba.

La única forma de ayudarle... era alejándome. Ahora comprendía porque todos actuaban así, porque todos ignoraban tan hipócritamente lo que ocurría: Porque era así cómo, en realidad, estaban ayudando.

- Chinen...
- ¿Por qué no lo entiendes, Yamada? ¡Vete de aquí, déjame solo! Ya no sé cómo decírtelo... Déjame... Déjame en paz, Yamada... Déjame... Déjame...

Aquella palabra se repetía una y otra vez en sus labios. Sus ojos derramaban lágrimas, tras esa mano ocultándole mientras mantenía la cabeza gacha.

Mi corazón se oprimió. Sentí un bulto extraño en mi garganta, que me dolía el tragar. Intenté bloquearlo pero fue peor: Todo lo que retuve salió de una sóla vez.

Me volteé al sentir su mirada extrañada sobre mí, y caminé a paso lento, atravesando aquella puerta por la cual, sin prisas, desaparecí.



Los días pasaban tediosos bajo la normalidad que aquellas paredes fingían. La mirada ausente y apagada de aquel chico que una vez había conocido volvió a él. Ya no había había rastro de ese Chinen que enrojecía y se tranquilizaba cuando mis labios acariciaban los suyos, cuando le estrechaba entre mis brazos, todo aquello había desaparecido: Ya no nos mirábamos, no nos hablábamos; mi presencia no surtía ningún efecto en él, y éso... Era algo que no soportaba, que me hacía tener el impulso de arrastrarle conmigo, de abrazarle y besarle, de no soltarle jamás, de huír tan lejos que el doloroso recuerdo de Takaki no podría alcanzarnos.

Pero no podía; no debía... y no lo haría. Porque había decidido alejarme, puesto que éste era el único modo de reducir al mínimo ese tormento.

Me levaté de la mesa sin decir palabra alguna, y las miradas de mis compañeros se clavaron en mí, - todas, menos la de aquella persona - pero las ignoré, cómo ya estaba creando costumbre.

- ¿Te vas ya? - insistía Kento en hablarme.
- Sí, estoy bastante cansado y quiero dormir. - le dediqué una leve sonrisa y me fui.

Llegué a pasos lentos e indolentes a mi habitación, dejándome caer sobre la cama con desaliño.

- Chinen..., Chinen..., Chinen...

Su nombre: Tan sólo decirlo me agitaba el pecho; lo sentía bajo mi mano golpearme una y otra vez, produciendo esas agudas sensaciones en la boca de mi estómago. Cerré los ojos y su figura cabizbaja frente a mí en la mesa exprimió mi interior, sacándome esas lágrimas que se escurrían por mis sienes.



- Argh... - me quejé al despertar.

Quedarme dormido de la misma forma en la que caí sobre la cama no le había sentado nada bien a mi cuerpo. Giré el cuello, para luego levantarme tocándome con insistencia la nuca, puesto que allí era el punto del dolor.

Por un momento mi mente se alegró de que fuera la hora del desayuno, mas fueron suficientes milésimas de aquel segundo para volver en seguida a la realidad: Ya no pasábamos las mañanas juntos, ni las pasaríamos. Nunca más.

Estreché mi pecho, intentando tranquilizar esa sensación que lo estaba empezando a inundar.

Tras asearme me dirigí hacia la cocina, y lo que vi me hizo retroceder inmediatamente para no ser descubierto. Me agaché contra la pared al lado de la puerta, y con cuidado volteé mi mirada hacia el interior: La delicadeza con la que tomaba la comida entre sus manos, su mirada perdida y sus pies balanceándose casi inconscientemente; era una imagen que deseaba volver a tener frente a mí. Aparté la mirada, pero, aunque no se escuchara sonido alguno y aunque no pudiese verle, de alguna forma deseaba quedarme allí. Sentía su presencia y aquel trocito de él me ayudaba a, por lo menos, cerrar los ojos e imaginar que podía volver a estar a su lado.

Me levanté, después de todo no quería ser descubierto. Caminando hacia mi habitación con la mirada gacha topé con un hombro, y mi mirada se alzó hasta encontrarse con la de Ryutaro.

- Lo siento. - me excusé.
- Yamada-kun, ¿Estás bien? - preguntó la voz de Shintaro.

Miré sus manos entrelazadas, y no pude evitar que un remolino me erizara la piel. ¿Qué sentía? ¿Acaso era envidia? Ellos... eran tan felices, sin importar las circunstancias, sin importar los tantos y grandes obstáculos que aquella complicada relación traía consigo, no soltaban esa mano; estaban juntos, ¿Por qué yo no podía hacerlo?

- ¿Yamada? - escuché esta vez la voz del mayor.

Sonreí, y asentí con brevedad, para luego seguir caminando.

- Nii-chan, cada día está peor, habla con él...

La conversación perdió alcance a mis oídos tras llegar al jardín.

¿Por qué yo no podía hacerlo... ? Esa pregunta se repetía insistentemente en mis pensamientos.

- Yoru-chan... ¿Tú qué opinas? - dije tras sentarme sobre ese colchón.




- Ne, ne, Fuma-chan di ah~ - decía Kento, sosteniendo el arroz con los palillos en el aire.
- No~ que vergüenza... - respondío éste, a mi lado.
- Porfa, porfa, porfa~~- insistía el mayor.
- Venga, hombre, que sino no se callará. - intervino Ryutaro de repente.

Fuma frunció el ceño, haciendo un puchero con fastidio.

- Ah~- dijo por fin, no muy conforme, mientras en su rostro subía un color que denotaba su estado.

Reí, pero mi risa se apagó inmediatamente al ver frente a mi a Takaki dándole dos toques en el hombro a Chinen, quien en seguida le puso atención. Reconocí de inmediato a las dos figuras que esperaban tras él, y en seguida aquella escena que por casualidad presencié se reprodujo cómo un fugaz relámpago en mi mente.

[...]

No pude evitarlo: Mis pies retrocedieron tras ver aquélla imagen entre la brecha de la puerta.

- ¿Qué te está haciendo Kei, Daiki? - preguntaba Takaki, sentado frente a la cama, entrecruzando sus brazos alrededor del respaldo de aquella silla en la que se encontraba sentado en el lado contrario.
- Me la está..., ah... me la está metiendo... por detrás... - decía Daiki a su espectador, siguiendo con su cuerpo el ritmo de las embestidas de Kei.
- ¿Y te gusta? - sonrió Takaki, disfrutando.

Daiki agarró con fuerza las sábanas de la cama en las que también se hundían sus rodillas, y Kei profundizó más al notar cómo recostaba su frente sobre el colchón, retorciéndose de placer.

- Sí..., ah... Sí, me encata.
- Dile a Kei cuánto te gusta. - apoyó su barbilla sobre el borde del respaldo, mostrando una soprendente naturalidad ante aquella situación.
- Kei... me encanta... Así, hmn... sigue...

El mayor se inclinó un poco y Daiki, incorporándose hasta suprimir la distancia, alcanzó esos labios que lo atraparon con la pasión y el ritmo acelerado en el que se veían envueltos.

Takaki se levantó, inclinándose a coger el mentón del menor, y separándolos para tomar él aquel contacto con Daiki. Sus lenguas se veían envolverse en aquel juego erótico y agitado. Takaki despositó las manos del menor sobre el borde de sus pantalones, a la par que acercaba el rostro de Kei del mentón, para luego voltearse y seguir con él aquel excitante beso que Daiki ahora no podía continuar, estando demasiado ocupado con su miembro. Gemidos inundaban las paredes de aquel cuarto y aumentaban a medida que Kei aceleraba sus movimientos, gemidos intensos.

Takaki volvió a alzar el rostro del menor, sin separarse de los labios que ahora devoraba, haciendo que dejase jugar con su boca en esa parte suya, y cuando estuvo lo suficientemente cerca se apartó, dejando a ambos cómo los había separado.

Cogió su miembro y mirando aquella escena con el brazo apoyado en la cama superior de aquella litera, comenzó a masageárselo.

- Oh, Dios, voy a explotar. - dijo antes de subirse a la cama.

Cogió la cintura de Kei, y sin previo aviso se adentró en él, sacándole un gemido intenso.

[...]

Balanceé la cabeza, consiguiendo que aquel recuerdo se esfumara en mi mente.

Observé cómo Chinen miraba a su comida por medio acabar mientras escuchaba con la mirada ausente las palabras susurradas por un sonriente Takaki. Respiró con breve profundidad, aunque éste no logró percatarse y, finalmente, cuando acabó de hablarle, se levantó. Saliendo del comedor tras ellos.

Dejé los cubiertos sobre la mesa con demasiada brusquedad... todos se percataron.

Aunque no me atreviese a hacerlo con el rostro, alcé la mirada, y aquellos ojos angustiosos mirándome tan sólo hicieron que los míos se llenasen de lágrimas, ¿Acaso tan patético me veía?

Me levanté, antes que lo que se acumulaba cayera por mis mejillas.

- ¿Adónde vas? - dijo Ryutaro.
- A dormir, papá. - intenté reír.
- Buenas noches pues, hijo. - sonrió demasiado dulcemente cómo para ser una respuesta a esa broma, sin embargo lo ignoré, devolviéndole la sonrisa, mientras notaba las lágrimas, de alguna manera, desvanecerse en mis ojos.

" Ne, Reiko... ¿Por qué yo no puedo hacerlo...? Es tan frustrante..., tan injusto..."

Y cerré los ojos, agasajado bajo esas sábanas, esperando, una vez más, otro día sin él.


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Me ha encantado escribir la escena InooDai + Takaki, en serio xDD

Comentad onegai shimasu! >.<

Ja ne~

3 comentarios:

  1. WAAAAAAAA volvi a morir D= el fic esta muy cool muy interesante quiero la conti!!! >o< pobre Yuri, pobre Ryosuke... T^T bueno cuidate kisses... Chu~*

    byebye!!*

    [*~Rys Nakakim~*]

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  2. POR DIOS O.O takaki es tan perversoo >uu<!! sta genial! D:!!!!!!

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  3. a mi tambien me gusto la escena InooDai pero Takaki (etto no se lo odio porq le hace daño a chii) deja de jugar con mis emociones y pon algo de yamachii xD

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