Deep Love [Cap. 7]

Capitulo 7

Yuri había ido a la habitación de Kei para esperarlo ahí. Estaba revisando libros y algunas partituras. La música humana le resultaba extremadamente bella, le encantaba escuchar a Kei tocar el piano y cuando regresara le pediría que tocara algunas de las canciones que tenía ya seleccionadas.

El fuerte portazo de quien sea que acabara de entrar había tirado las partituras al suelo, Yuri se puso a recogerlas cuando escuchó objetos quebrarse, dejó lo que estaba haciendo y fue hacia la recamara encontrándose a Kei aventando un objeto a la pared. Él menor estaba un poco asustado pues nunca lo había visto actuar así.

Kei llegó a su habitación furioso, estaba tan indignado, se sentía tan impotente. Odiaba cuando tomaban decisiones por él. Entró aventando a la pared los objetos que tuviera alrededor, apretaba sus puños fuertemente, sus brazos estaban muy tensos, casi rígidos pero unas cálidas manos fueron destensandolos hasta enredar sus dedos con los suyos.

‘Yuri…’

En realidad, su enojo iba más dirigido a otra cosa que a la que tomaran decisiones por él. Esta decisión que su madre había tomado, afectaba a Yuri también. Él no quería separarse de él, ¿qué iba a hacer con los sentimientos que sentía por él?

Después de que Kei arrojara el último objeto, con precaución fue acercándosele, lo tomó con suavidad de su brazo izquierdo relajándolo, entrelazando sus dedos. Con sus ojos trataba de preguntarle qué era lo que le sucedía, pero cuando lo vio, el rostro de Kei cambió a uno de preocupación, esto lo intranquilizaba, entonces se colocó de puntillas, colocando su mano libre en el cuello acercándose hacia su rostro hasta respirar el mismo aire, tenía toda la intención de besarlo y transmitirle seguridad.

-No…- le dolió pronunciar esa palabra, pero más le dolía pensar que ese podría ser la última vez que probara esos labios. Se soltó de su mano y dio unos cuantos pasos, en eso se percató de una hoja botada, la recogió, era una partitura.

-¿Quieres que toque esta?- No esperó respuesta del menor, que aún se encontraba dándole la espalda, pues se encontraba en un estado de conmoción por el rechazo recibido y fue a sentarse frente al piano. Colocó sus manos y pies en posición y comenzó a tocar relajándose por completo olvidándose de lo que se le venía encima, dedicándose a disfrutar de la compañía de Yuri quien ya había tomado lugar en el sofá.

De pronto dejó de tocar –Sabes, he estado tocando por una hora, ¿no crees que merezco alguna clase de premio?- le dijo con voz traviesa

Yuri se colocó en actitud pensativa, una sonrisa se había formado en sus labios y, con pasos lentos fue a sentarse al banquito a la par de Kei, acercó su rostro, dejando nada más unos centímetros de separación. Kei fue cerrando sus ojos mientras entreabría un poco su boca, seguro de lo que venía, pero no fue así, su boca se llenó con un caramelo. Abrió sus ojos y Yuri estaba de pie camino a la recamara. Kei se paró, no dejaría el asunto así y lo tomó por detrás.

-Yo había pensado algo diferente como premio- y después de decir esto, lo volteó sólo un poco, lo tomó por la barbilla y unió sus labios. No los movía rápido ni despacio, pero si muy sensualmente mordiendo levemente el labio inferior intentando acceder al interior de su cavidad, pero Yuri se resistía ¿Por qué ahora sí y no anteriormente?

Cansando, pero no rendido Kei lo tomó por el torso y las rodillas cargándolo hasta la cama donde se sentó primero dejándolo en su regazo. El rostro de Yuri reflejaba inconformismo, Kei acarició su cabello y después pidió disculpas por su comportamiento. Era un tonto, en vez de estar pensando que esa podría ser la última vez, debería dedicarse a él y lo había comprendido mientras tocaba.

En la mirada de Kei había ternura y a esa mirada Yuri no podía resistírsele, entonces movió su dedo índice en señal de llamarlo para que se acercara, Kei así lo hizo. Yuri le brindó una cálida y radiante sonrisa antes de besarlo. Kei recibió los labios de Yuri con mucha pasión pero sin perder delicadeza en sus movimientos iba llenándose de la dulzura y suavidad de Yuri. El beso cada vez se hacía más profundo, Kei jugaba con su boca de manera traviesa robándole el aliento.

Luego de aquel intenso beso, Kei le dio un beso en la comisura de los labios y varios en la barbilla mientras descendía hacia su cuello. Una vez ahí, esparció más besos mientras sus manos torpemente le iban abriendo la camisa al menor, el apoyo de los codos de Yuri se fue venciendo quedando cómodamente recostado en la cama. Teniendo la camisa abierta le permitió a Kei avanzar por su clavícula izquierda y hombro, saboreando la piel del menor porque Kei no sólo depositaba besos largos o cortos también lamidas y algunas succiones leves, pero por su falta de voz Yuri no gemía, sin embargo habían otros movimientos corporales que le daban entender a Kei que lo disfrutaba como los estremecimientos que tuvo cuando se puso a lamer uno de sus pezones mientras que el otro era apretado con sus dedos.

Las manos de Yuri rodearon la espalda de Kei, había agarrada la camisa y la estaba comenzando jalar para quitársela, pero en eso Kei deja de hacer lo que estaba haciendo y se sienta en sus piernas, lleva sus manos a los botones de su camisa y la desabotona y con unas cuantas sacudidas de hombros va cayéndose por sus brazos para después tirarla al piso.

Era la primera vez que Yuri veía el torso de Kei descubierto, fue incorporándose poco a poco y con mano temblorosa tocó esa piel, era suave; también quería probarla y lamió su cuello, ante el contacto el mayor dejó salir un suspiro, inesperadamente Yuri había encontrado una parte sensible. Depositó algunos besos antes de llegar a su boca y besarse con pasión. Yuri estaba tan concentrado en el beso que no supo cuando estaba nuevamente recostado y sin la parte inferior de su ropa.

Kei se tomó un tiempo en apreciar el cuerpo desnudo su pequeño amante, aunque ya lo había visto una vez así, cuando lo encontró, esta ocasión era distinta ahora se dedicaba a disfrutar de esa tersa y delicada piel como la seda y con cada roce de las yemas de Kei, Yuri sentía que su temperatura corporal aumentaba y no sólo eso, también un dolor como punzadas, que jamás había sentido, comenzaba a formarse en su vientre bajo.

Una erección comenzaba a formase entre sus piernas, dubitativo Kei tomó la hombría de Yuri y con su mano comenzó a masajearlo. Ante esto, Yuri se apoyó en sus codos observando a Kei, pero luego cerró sus ojos y se dejó llevar, su respiración fue haciéndose más irregular cuando Kei cambió su mano por su boca. El mayor engullía el miembro de Yuri y lo lamía como si estuviese comiendo su paleta favorita. Yuri no sabía que sentir, pues en vez de aminorar las punzadas, éstas se volvían cada vez más fuertes y seguidas, quería que el dolor parara, pero no que Kei se detuviera. Pronto su musculo se tensó expulsando algo, desapareciendo con las dolorosas punzadas. Se atrevió a abrir los ojos y se topó con dos ojos marrón con un brillito que jamás había visto, bajó un poco más su mirada y Kei se encontraba tragando ese líquido viscoso blanco que había expulsado, sabía que era blanco porque había un poco en la comisura de su labio, Kei se percató de eso y relamiéndose los labios se limpió. Luego se acercó a él.

-Sabes delicioso Yuri…- ante esas tres palabras el sentimiento de vergüenza se apoderó de Yuri, lo cual lo reflejó con un tinte rosa en sus mejillas.

Sin saber por qué Kei lamía dos de sus dedos.

-Yo… quisiera continuar, pero si es muy doloroso avísame y me detendré- Kei dejó salir su sentimiento de inseguridad, pues aunque jamás lo había hecho, tenía una idea de lo que seguía.
Yuri torpemente asintió con su cabeza, ingenuo a lo que venía.

Entonces, Kei tomó posición entre las piernas abiertas del menor e introdujo un dedo, ante la intromisión Yuri se removió, cerrando sus ojos y arqueando su espalda, tanto por la sorpresa como por la incomodidad. Kei se asustó y tomó la decisión de sacarlo, pero la mano de Yuri sobre su muñeca se lo impidió al igual que los movimientos negativos de su cabeza y con inseguridad fue moviendo su dedo circularmente, pero a medida que se movía, la expresión de

Yuri cambiaba; luego metió un segundo dedo y aunque volvió a arquear su espalda se acostumbró más rápido a los movimientos, después los sacó.
Yuri depositó un corto beso en los labios de Kei motivándolo a continuar con sea lo que sea que viniera.

Entonces Kei se acomodó entre sus piernas abiertas acercando su miembro a la entrada, introduciéndose lentamente al estrecho interior de su amante. Yuri apretaba fuertemente las sábanas, sus yemas se encontraban blanquecinas por la fuerza, el miembro de Kei no era como sus dedos. Una vez dentro Kei esperó a que se acostumbrara para poder comenzar con las embestidas las cuales eran lentas, pues no quería lastimarlo. El cuerpo de Yuri ardía, era un dolor inexplicable para él, no estaba seguro si era conveniente llamarlo dolor pues cada vez lo sentía más placentero, con cada embestida que recibía de Kei, sus deseos porque llegara más profundo se volvían mayores.

Una vez que las embestidas cobraron fuerza, sus respiraciones se volvieron acompasadas e iguales, Kei iba moviéndose con mayor agilidad y Yuri disfrutaba cada vez que llegaba a un punto que lo volvía loco, como pudo enrolló sus piernas alrededor de Kei en señal de demanda por más. Kei así obedeció embistiéndolo más y más gimiendo su nombre hasta que el clímax llegó para ambos y Kei se corrió exhalando con un fuerte grito. Yuri sintió como una sustancia viscosa y cálida se regaba por su interior, se sentía por las nubes, mientras trataba de regular su respiración, los dedos largos de Kei le quitaban de su frente algunos mechones de cabello que se le habían pegado, para luego depositarle tiernos besos en su frente, párpados, mejillas hasta llegar a sus labios donde una vez más lo besó con mucha pasión. Luego Kei salió de su interior y se acomodó a la par suya mientras que Yuri tomaba posición abrazándolo por el pecho, el mayor enredó sus dedos por las sedosas hebras de cabello negro y por fin se atrevió a decir algo que tenía que haber dicho ya.

-Yuri… te amo-

Sin embargo, no recibió ni una mirada de parte del menor, puesto que este ya se encontraba dormido.

-Está bien, mañana también puedo decírtelo-
Se acomodó como pudo para no mover mucho al pequeño y poder dormir él también.

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Una joven se encontraba cabeceando dentro de su carruaje, llevaban más de 9 horas de camino. Imprudentemente el carruaje se detiene y con ello abren la puerta.

-Princesa Sonomi, necesitamos que baje del carruaje, una rueda se ha destrozado y tenemos que cambiarla- la princesa obedeció y bajó, pasaban tal vez de la medianoche, no había querido parar en una posada y descansar como se lo habían recomendado, puesto que tenía que llegar cuanto antes al reino Inoo y llevar a cabo el contrato matrimonial.

-Princesa, por favor no se aleje demasiado- le encargó uno de sus escoltas. Para no levantar sospechas 3 personas más viajaban con ella y entre los tres tendrían que cambar la rueda por lo que no habría nadie vigilándola.

-Descuide- contestó.

El cambio de rueda estaba tomando más tiempo de la cuenta y algo parecido a una luciérnaga captó la atención de la princesa, volaba algo rápido y ella fue detrás, algo que los otros tres no se dieron cuenta.
Cuando terminaron de cambiar la rueda, se dieron cuenta que la princesa no estaba y comenzaron a gritar su nombre desesperados, de pronto la princesa apareció.

-Princesa, no nos asuste así, le pedimos que no se alejara-

-¿Ya nos podemos ir?-

-Sí- respondieron un poco extrañados, pero no le dieron mucha importancia, pues lo más probable era que no quisiese ser regañada. La ayudaron a subir nuevamente y retomaron el camino. En el interior del carruaje la joven, que ya no era la joven, sino que la bruja que había tomado el lugar de la princesa, iba sonriendo maliciosamente y jugando con su brazalete. Quería presenciar muy de cerca la transformación del príncipe Yuri en espuma.

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Kei se removía entre las sábanas, imágenes a gran velocidad pasaban por su cabeza, imágenes de un triste y destrozado Yuri y aunque intentaba acercase a él, algo se lo impedía y ese algo era porque alguien lo estaba reteniendo, una chica con un vestido de novia y por más que intentara zafarse no podía y nada más podía ver cómo Yuri se alejaba de él. ‘No, Yuri, no’ intentaba decir, pero no podía. Estaba perdiendo sus fuerzas, pero una melodiosa y cálida voz comenzó a oírse, ésta vez de manera clara, era la voz de su rescatista. Después de eso despertó abriendo sus ojos abruptamente, su cabeza le dolía ligeramente, se sentó en la cama despacio, temeroso y confundido, su mente estaba jugando con él, además por varios días no había pensado en su rescatista y ahora su voz venía con mucha claridad como si fuera una señal, como si lo intentara salvar otra vez, respiró hondo; no obstante toda confusión quedó disipada cuando vio el angelical rostro de Yuri abrazando la almohada aún dormido, estaba claro que no lo dejaría por nada ni por nadie.
Salió de la cama, buscó su ropa y se vistió, tenía que ir a hablar con Ryosuke. Abrió la puerta de su habitación y el pasillo estaba desértico, no tuvo ninguna dificultad para llegar a la habitación de su primo, hasta que estuvo dentro de ella, pues Ryosuke aún estaba dormido y era tarea peligrosa despertarlo, pero lo suyo era de extrema urgencia, se arriesgaría.

-Ryo…Ryo…- decía mientras lo zarandeaba para despertarlo.

-Sí… todavía puedo… comer más… traigan el… pastel de fresas…- el sueño de Ryosuke era tan profundo, que hablaba dormido, Kei pensaba que la maña ya se le había quitado, pero al parecer no.

Entonces Kei fue a su oído –Ryo… el pastel de fresas ya se acabó- eso hizo que Ryosuke abriera los ojos –¡No, mi pastel de fresas!- dijo todo adormilado.

-Ya deja el pastel de fresas- le dijo el mayor golpeándolo en la cabeza. Ryosuke llevó sus manos a la cabeza, sobándose la parte donde recibió el golpe.

-¡Eso dolió Kei! Es muy temprano-

-No tengo tiempo Ryosuke y tú eres el único que puede ayudarme-

-¿Qué sucede?- preguntó seriamente

Kei respiró profundo –Su excelencia ha decidido casarme con una desconocida y eso me separaría de Yuri-

-Ella se… ¿cómo se enteró? Han sido discretos ¿no?-

Kei comenzó a hacer memoria, pero no recordaba nada que los delatara y la propuesta esa no es porque quiera ser solidaria con su amiga, lo ve como oportunidad de poder controlarme, otra vez.

-Tienes que irte con Yuri del palacio, pero sin contarle nada, invéntate algo, lo que sea, yo los alcanzaré después. Déjame un caballo preparado-

Kei se encaminó a la puerta y al abrirla se topó con una criada que iba a entrar a dejar las toallas y que sin querer había escuchado todo y con intenciones de subir de puesto le informaría a la reina.

-Te lo encargo Ryo-

‘Por eso me encanta pasar los veranos aquí, las “aventuras” nunca terminan’

-¡Ah! Pero primero pediré que me preparen un pastel de fresas, se me antojó-

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‘Creí que no volvería… no ha habido muchos cambios, excepto que ahora es más grande y con apariencia próspera’ los pensamientos del príncipe Kota entre mesclados con sus recuerdos eran profundos.

-Ko-chan- lo llamó Daiki, pues pensaba que no era bueno que pasara tan absorto en sus pensamientos –a lo que venimos-

-Lo sé Dai… él ya no está aquí- dijo lo último en un susurro esperando que su hermano no lo oyera.

Ambos se encontraban observando el pueblo.

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-¡Ya! No me mires con esa cara, son órdenes de Kei, tienes que irte conmigo ahora-
Ryosuke había preparado discretamente lo indispensable para el viaje, nada más faltaba que Yuri subiera al caballo, para irse, pero se resistía y no podían esperar hasta el siguiente cambio de guardia.

-Sube, Yuri, ahora y no me hagas repetirlo- por primera vez estaba usando un tono autoritario con el chico.

Yuri le sacó la lengua, pero al final accedió y Ryosuke lo ayudó a subir, luego montó él en el mismo caballo, pero cuando iban llegando a la puerta principal un carruaje entró.

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Cuando regresó a su habitación Yuri ya se había despertado y lo primero que hizo al verlo entrar por esa puerta fue abrazarlo y después enseñarle la nota que había escrito donde pedía volver a pasar todo el día juntos.

‘Después de hoy todos los días serán así’

-Hoy saldrás con Ryosuke, pero los alcanzaré-

No muy convencido Yuri aceptó y después del desayuno ya no se vieron.
‘Las horas de hoy se me harán eternas’ pensó mientras le daba la vuelta a su reloj de arena, tendría que esperar al menos 4 horas para no levantar sospechas.

Tocaron a su puerta y antes de decir adelante, tomó un libro fingiendo leer. Desvió un poco su mirada observando a quien había entrado después de que la puerta fue cerrada, era su madre.

-¿Qué deseas?- preguntó

-Que seas feliz y que hagas lo que te conviene; lo que una madre quiere para su hijo, es evidente Kei- sus últimas palabras estaban llenas de una maternidad falsa,

-No me vengas con eso- dijo cerrando el libro y poniéndose de pie.

-¿Por qué te gusta hacerlo de la manera difícil? Tu padre no me causó tantos conflictos. Me estarás obligando a hacer algo que no quiero-

-Me estás amenazando-

-El que el joven Chinen Yuri este bajo peligro, no sé si eso deba considerarse como amenaza- su madre cerró su abanico y movió sus hombros.

-No te atreverías-

-No me retes, obedece a lo que se te ha dicho y él estará bien-

Otra vez tocaron la puerta y un mayordomo entro –Su excelencia, la princesa Sonomi acaba de llegar-

-Justo en el momento indicado. Que la instalen y ayuden a preparar a Kei, la boda será esta misma tarde- la reina salió de la recamara de Kei saboreando su pronta victoria.

Sabía muy bien que su madre no amenazaba en vano, tendría que acatar lo dicho.

Continuará…